lunes, 31 de enero de 2011

Entre la justificación y la explicación





A cinco días vista del 5 a las 5

Si yo fuera vasco... ¿Qué haría yo si fuera vasco? Pues, abrir el balcón de mi casa y gritar Gora Euskadi Askatuta todas las mañanas. Me lo exigen las pistolas, los políticos y los vecinos; me lo pide incluso el corazón, porque a fuerza de repetirlo año tras año, me he convencido que vivo sometido por un pueblo fascista y opresor, maqueto y abominable. ¿Y si no fuera así?..., y si no fuera así y en mi interior conservara mi condición y mi dignidad de vasco y mi orgullo de español..., pues lo sufriría con decoro, en silencio, procurando no levantar sospechas, no sea que venga la delación, la denuncia, la amenaza, la extorsión, la bala por la nuca. Cuarenta o cincuenta años enterrando mártires requiere cautela. Tantísimo tiempo en manos de políticos que para vivir con tranquilidad en el machito de la cosa política, siguen a pie juntillas los mandatos de las bombas y las armas, te pueden dejar el espíritu al borde de la indolencia, de la indiferencia. Políticos...ya; políticos que se mueven más por temor e intereses del aquí y ahora, que por su onírico deseo de independencia. Los incorrectos, los buenos, los amantes de la libertad, los que luchan por la derrota incondicional de ETA, los que no mercadean con la dignidad y la libertad, los que en memoria de los que hemos enterrado bajo la bandera de España no saben de hipócritas treguas, ni de falsos altos el fuego…, o están muertos o los repudian incluso sus correligionarios.

Saludos y muchas gracias a todos.

domingo, 30 de enero de 2011

MUNDO CRISTIANO









Para los que nos cuesta trabajo admitir que no es una causalidad, ni una casualidad, que podamos oler el color de una rosa y tocar su olor; para los que no podemos imaginar, que por un extraño y simple ciclo evolutivo, podamos sentir sin tocar, tocar sin sentir, paladear sin besar, ver con los dedos, oír con la vista, hablar con los ojos; para los que andamos siempre entres signos de interrogación; para los que creemos que somos un proyecto de Hombre, aún inconcluso; para los cortitos que vemos la mano de un Ser Supremo más allá de la ciencia y la razón; para nosotros que nos hemos quedado en La Palabra, en Cristo, no hay más que amenaza, persecución, burla. La clandestinidad nos hará más fuertes. 




NEED GOD. Lo vi hace unos días, temprano, apenas el sol nos volvía a recibir. Allí estaba, escrito con letras enormes, grabados sus trazos sobre la arena mojada que nos presta la mar cuando baja a pensar. Sólo caminando por sus líneas podías averiguar ambas palabras; sólo desde la perspectiva que da cierta distancia, podías leerlas tal cual; sólo desde la altura de una pequeña atalaya, desde un breve otero, mejor dicho: sólo desde el vuelo de una gaviota, podías apreciar su conjunto, la firmeza de sus surcos, la belleza de su perfil. Pena de trabajo, me dije. Porque pocos se percataran del grito; los más, pasarán por encima borrándolo con sus pisadas, muchos ni se enteran, y el resto sólo tiene unas horas para juzgarlo, tal vez asimilarlo, quizás para decir ¡Bah!. Da igual, la marea volverá a empapar la arena y nos traerá su aroma, su nervio, su vigor, que no por viejo nos es menos grandioso, menos necesario. El anhelo dibujado al cielo se quedará oculto bajo la mar. Ahogado.




Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor,…

No tengo desván en mi casa. Pero sí lo tengo en algún lugar de mi alma. Allí donde los recuerdos permanecen intactos, sin polvo; allí donde está el poso de lo vivido, aprendido y ya olvidado; allí donde inconscientemente florece lo que crees guardado. Allí acudiré, sin la inocencia de la niñez, sin los recelos de la juventud, y sin las dudas de la madurez; allí acudiré, seguro, confiado, allí, a ese rincón del corazón, incólume, inmaculado, donde nadie jamás puede poner su mano; al que sólo tú puedes llegar, mandar, ordenar. Y allí me reuniré con Marcelino, con su gran Crucificado, y comeré algo de Su Pan y beberé un poco de Su Vino. Hasta el día que Él decida acorrucarme en su regazo.

Saludos y gracias a todos.

viernes, 28 de enero de 2011

INDEPENDENTISTAS Y SOCIALISTAS…


Llevo mucho tiempo, demasiado diría yo, desde la España de Franco a la de Juan Carlos I, Rey, atormentándome con un par de preguntas: ¿Qué le he hecho yo a los independentistas de cualquier etimología, carácter, o condición para que me traten como a un ser inferior? ¿Y a los socialistas de cualquier cuna, signo, o categoría para que me consideren un peligro público? No tengo conciencia de haberles quitado nada a los primeros; ni de deberle nada a los segundos. Más bien al contrario. Mi Pueblo ha entregado mártires, victimas en un holocausto terrorista, cruel, despiadado, así, de uno en uno, de decena en decena, de ciento en ciento, siempre a traición, siempre por la espalda. Mi pueblo ha dado mano de obra barata para los mimados de todos los Regímenes, ha pescado en alta mar, ha surcado todos los campos, ha apretado todos los tornillos en todas las fábricas y nunca ha llegado a fin de mes. Ha votado iluso e ilusionado, y el recuento ha sido para trucar la estafa por la traición y vuestro edén por nuestra obra. Tan nuestra como vuestra.

Pero insisten, hasta la extenuación; me tienen declarada la guerra desde antes de que mis padres me parieran. Al unísono, los unos y los otros utilizan, mi orgullosa historia, mi fe cristiana, mi sentir español, mi ingenuidad de pura entelequia fraternal, mi dignidad de persona, mi sustantivo de ciudadano…, como doloroso cilicio y flagelo ajeno para vender falsas redenciones y quedarse con la caja, el mando y ordeno, los uniformes y un largo, largo, largo futuro de propiedad privada.

Entre la Izquierda política y facinerosa que nos ha tocado en suerte. Esa que piensa que la venganza es el mejor perdón; la que cree que el adversario no merece más que el desprecio por fascista, nazi y criminal; la que desprecia, arrincona, posterga y no queda satisfecha, hasta ver a su enemigo, hundido en la más profunda de las miserias (¡Hipócritas de la viga en el ojo, mientras restriegan la paja en el del vecino!)  y edecanes y correveidile; mayorales y “aperaores” de los de sin rostro, debato el qué fuera mi ensueño. Ahora mera alucinación.

Más la historia, cabezona, se repetirá, más pequeña, más ridícula, más cruel.

Si, lograda la independencia, si ocurriera, si sobreviniera en toda su amplitud y consecuencias, los siete amos del cotarro, las cuatro familias poderosas, los treces políticos del circo, la oligarquía de ayer de hoy y de siempre, se llevarían cien años convenciendo al pueblo, --eso sí, en catalán o en vasco-- de que todos los males, de que todos los problemas, de que todas las miserias, carencias y penurias son debidas a haber padecido tantos años de dependencia de la malvada España. Cien años diciéndoles que los catalanes, o vascas y vascos han de sacrificarse por su pueblo; que para levantar la patria del expolio sufrido por la fascista España, así se lo pide la nueva Cataluña, su nueva Euskalherría. Cien años, cagándose en la puta España, en la puta Europa, en la puta crisis, en el capitalismo y en el comunismo. Cien años apaciguando a los independientes borregos, sobándoles el lomo con los logros alcanzados, con himnos que cantan a la sangre y a la venganza, con héroes de hadas y sueños de un edén catalán, o un paraíso vasco, solo para indígenas. De raza, de abolengo. De la Etnia. Primigenia y salvaje, claro.

Saludos y gracias a todos.

jueves, 27 de enero de 2011

ALLÁ VOY....

Soy consciente, que escribir públicamente es un atrevimiento; hacerlo bien, una ciencia; que guste, un arte; que sea útil, un sueño; que te entienda alguien, un milagro. No obstante..., allá voy, desde unas más que manifiestas limitaciones, en el intento de decir, contar, cantar, gritar nuestras inquietudes, nuestros miedos, nuestras vergüenzas, propias y ajenas. Porque creo que debemos tomarnos como obligación ciudadana denunciar este gigantesco despropósito político, social, económico…, que nos rodea y que sólo podemos sufrir y podemos llorar.

Como primera observación, como triste paradoja, podríamos decir que aquí estoy, dispuesto para el intento de conjugar mi pensamiento en una legua que quieren arrancar de tierras donde floreció y dio más que recibió; en una patria descuajeringada y rota por los hijos bastardos de la madre patria y el padre felón del secesionismo; rodeado de gente macerada, adoctrinada, dócil y gregaria que camina ignorante de su destino, hacia un estado de letargo moral y ético; a un estado, a un modo de ser, analfabeto, apátrida y ateo.   

Lleno de dudas, no sin cierto temor, me pongo a aporrear el teclado. Y es que –estoy con ustedes--, quizá no sepa expresarme convenientemente en el difícil oficio de encajar sujeto, verbo y predicado. Pero… ¿Y qué? Los humildes, la gente sencilla y anónima que cogemos el metro, el autobús, también tenemos derechos. Y el de quejarnos, protestar y denunciar, y hacerlo público por escrito, no ha de quedar reservado sólo para intelectuales y profesionales. A mi modo, como Dios me dé a entender, intentaré dejar patente, algunas reflexiones. Siempre, claro está, como ahora suele decirse, desde la perspectiva de un vulgar ciudadano de a pie.

Saludos y gracias a todos.

domingo, 23 de enero de 2011

A MODO DE ENSAYO

Desde el Vaporcito…

Por las ventanas entra una luz blanca, provocativa, el cielo está azul vida. La camisa con las mangas arremangá, el pensamiento en mil sitio a la vez, y la mirada en la mar de la bahía, con cuidado, sin desafíos, no sea que su mar de aguas plateadas y azules te devuelva su sol para herir tu iris perdido, confundido entre el marasmo sociá y tanto, tantísimo político anómalo, anofeles, anopluro y ano propiamente dicho: sieso, que se dice aquí en mi pueblo.

Invitaría a los mandamases del cotarro político, para que salieran de esa covacha sombría, gris, de luces fluorescentes y ventanas condenadas cara a una pared sombría y fría. Sí, los convidaría a salir, ver, palpar; y a que bajaran los cristales tintados de sus blindadas vidas; más sencillo: que subieran a bordo del Vaporcito del Puerto y legislaran rumbo a “Cai”. Seguro que al vaivén de las […]“olas plateadas y azules de la bahía… y de sus barcos de vela que como palomitas cruzan por su vera[…], despejarían sus mentes turbias y mezquinas.

Vengan, señores, y aspiren aires de mar, y dejen que su luz ponga claridad natural a sus ideas oscuras. Verán como todo es distinto; verán cómo se puede ver más allá de lo que se ve con un cetro en la mano.

Fíjense, señores, si esta luz llega a redimir de malos pensamientos, si estos aires a salitre llegan a librar de angustias y ansiedades… que las puertas de las oficinas del INEM vomitan a diario centenares de gente, y en vez de irse a la armería más próxima, salen entre jocosos y cabreados comentando el último bajonazo a la moral, el penúltimo capotazo al papel olvidado, el quite que te quieren hacer desde detrás de una mesa, para que te vayas, para que te marees, para que te olvides. Así, como se sale de los toros… parados en mitad de la calle: --mira, “quillo” y abrió el compás y bajó las manos…