domingo, 10 de junio de 2012

VUELVE LA REBELIÓN CÍVICA


Fue ayer, en La Plaza de Colón, Madrid, España. Una vez más, una bandera más clavada en el otero de la memoria, la dignidad y la justicia; un nuevo reto a la muerte, a la mano asesina de esta partida siniestra que juega, en el seno de sus malas entrañas, con el taimado y timador Loki como mentor de sus traiciones. Aquella deidad, que según la mitología escandinava fue origen de todas las canalladas y de todos los fraudes. O quizás sea algo más arraigado, más prendido en nuestra historia y nuestras fe: una fatídica lucha suicida contra la mano de lucifer que existe y habita entre nosotros.  
No importa el enemigo. Si es celestial, Dios proveerá. Si es terrenal, háganse a la idea, porque no existe poder instituido, ni juez, ni fiscal, ni altísimo cargo ni bajísima ambición capaz de difuminar en el tiempo el legítimo desagravio, el derecho a la verdad, que los españoles claman y reclaman. Jamás. Millones, miles, cientos… da igual, siempre habrá uno dispuesto a no dejar crecer la hierba sobre las lápidas de los mil asesinados por ETA; ni permitirá que el follaje parasitario y depredador ahogue 192 cruces ancladas para siempre a la sombra de la más vergonzante y tenebrosa caverna de nuestra historia. Porque aquellos son los nuestros; nuestros muertos por el macabro negocio que genera la parabellum. Y porque estos son nuestros mártires; 192 vidas de los nuestros, truncadas, amputadas, cercenadas de cuajo, victimas del genocida negocio político.
Tiempo al tiempo. Las lágrimas se enjugan. La pena se guarda en el corazón. Pero el recuerdo de la vida cruelmente frustrada; la memoria del ser querido amargamente perdido al amparo de la impunidad y la vileza, martillea el cerebro pidiendo explicaciones a Dios y a los hombres. Y a Dios, los creyentes, le admitimos que nos hable con los renglones torcidos. Pero a los hombres les exigimos que paguen por sus actos. Y si la Ley los protegen y las pistolas los escudan, esperamos mejores tiempos.
Puede que en los años que nos resten de vida, no logremos consuelo y desagravio; justicia y verdad. Pero enseñaremos a nuestros hijos a continuar esta guerra sucia que padecemos. Les advertiremos que por desgracia estamos a merced de los más bajos instinto que ni el Creador, ni la evolución ha logrado corregir en el ser digamos humano. Que existe una banda de forajidos con poder y crueldad capaz de matar a un niño y vender en televisión su patriotismo, su heroica lucha armada por la independencia. Que somos carne de cañón para las miserables guerras intestinas que los miserables político tienen por su miserables ansias de poder presente y futuro. La partida se adivina larga y despiadada, pero si no conseguimos el definitivo jaque mate en esta generación, será en la venidera. La fuerza que da la razón nos ayudará.

Saludos gracias por su anteción.

2 comentarios:

Unknown dijo...

El tiempo todo lo cura, todo lo sana y todo lo olvida. De ahí que el tiempo sea siempre el peor enemigo a la vez que elmejor bálsamo. No podemos permitir que las víctimas queden atrás, pero tampoco podemos vivir para siempre con la cabeza entre las piernas de la depresión. Mi apoyo a las manifestaciones, pero también, en lo que vale, al intento de los gobiernos de encauzar a unos tarados que estarían mejor bajo una losa de granito.

Un saludazo.

CURRO dijo...

Plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas...

A M É N

Atque, finalmente, sentenciose que los Palmaris, et los Peones Negros, atque los demás grupos que alentaban la rebelión cívica en pro de la Verdad, la Justicia, la Memoria ac la Dignidad, de que las víctimas de los crímenes son perpetuas acreedoras, non fazíanlo sólo por altruismo, sino también por se poder mirar en el espejo sin avergonzarse. Et que valían la pena cuantos escarnios et agravios padescieran en las sus saludes, familias, amistades et faziendas en la lid por tan noble causa. Etiam concluyose que la verdad conocerase un día cierto, CAIGA QUIEN CAIGA, et que aquese venturoso día habrá necesariamente de llegar, aunque se ignore cuando, et que, ut dies cædes, se reconocerá finalmente el mérito de aquestos luchadores por la Verdad, por la Libertad et por la Iustitia. Ansí mesmo recordose que tales Palmaris reúnense virtualmente en La Llanura de Palmaria (www.palmaria.es), la qual es muy recia posición en defensa de las ditas Memoria, Iustitia et Dignidad que meresce la sangre de los inocentes et que aquestos Palmaris jamas serían vencidos, porque nunca se rendirían. Otrosí sentose que, manque los sus ojos non llegassen a presenciar aquesta gloriosa jornada, la obligación de aquestos luchadores era pasar el testigo a las siguientes generaciones et que la Verdad siempre triunfa, mangué demórese más de tres mil annos en saberse, como fue el caso de la derrota de Ramsés II ante los Hititas.

Sl2P