jueves, 24 de octubre de 2013

GRISES NUBES Y LLUVIA TRISTE.






Es que me cuesta trabajo entenderlo…

  

¿Están ustedes seguros, que es gallego? Yo tengo muchos amigos gallegos, compañeros, conocidos, gentes trabajadoras, austeras, sacrificadas, incluso temerarias si llega el caso de hacer de la necesidad virtud.
 
Sin embargo este pontevedrés parece siempre agazapado, como comadreja devoradora de huevos. Incapaz de salir a campo abierto y arriesgar una posición, una metáfora, una ilusión, una mentira de esas que queremos oír. No tiene un gesto, una iniciativa; jamás se anticipa a un clamor, a una queja, a un grito de sus gentes. Siempre espera que la marea baje y la ola se amanse. ¿Dónde está el líder? ¿Dónde la voz que arengue conciencias y aúna derechos?
 
Somos muchos los españoles que hemos arropado a este patético funcionario jefe de la oposición, a este secundario del elenco político, a este chupa rueda del pelotón azulcongreso. Y sencillamente, por el ansia que tenemos todos, de que nos represente en el botellón Parlamentario alguien que defienda nuestras más básicas bases ideológicas, por eso sólo. Sólo por eso, hemos mirado para otro lado, nos hemos tapado los ojos con los dedos entre abiertos simulando que no veíamos sus simulacros de reclamador de libertad, igualdad, fraternidad; nos hemos tapado la nariz para no oler la podredumbre en que chapoteamos por donde quiera que pisemos. Larga es lista de apuñalamientos y hechos para haber abandonado a este señor hace tiempo.
 
Pero cuando públicamente y sin que ninguna arqueada le viniera a la garganta, decidió sumarse a la versión oficialista sobre el golpe de Estado del 11M, tendríamos que haberle gritado: váyase usted a la más putrefacta de las cloacas Sr. Rajoy. Que quizás siempre estuvo allí. Entonces sí dio la talla: la de político en España y sus circunstancias.
 
 
Saludos y gracias por su atención.

lunes, 14 de octubre de 2013

PRESIDENTE y REGISTRADOR

 
 
 
 
Hace algún tiempo hube de ir a un Notario. En la salita de espera que estuve mientras llegaba mi turno, vi uno de esos azulejos con greca y leyenda, decía así: AQUÍ VIVE UN NOTARIO, categórico, arrogante, ennoblecedor, teológico, exultante relucía colgado en un lugar prominente de la pared, resultaba obligado verlo. Este hombre –-me dije—está noblemente orgulloso de su profesión y de la rectitud con que ha de  conducir su vida para ejercerla. Nos avisa que su condición de Notario es garantía de honradez y lealtad, de hombre y señor. ¿Tendrá Mariano Rajoy, como Registrador de la Propiedad o Notario otro azulejo parecido en el vestíbulo de su casa?, me pregunté.
Ni en el vestíbulo, ni en lugar alguno de su casa. Creo que saco las oposiciones muy joven y no ha ejercido como tal nunca. La que ejerce de siempre, es la profesión de político en España, y ésta no engrandece el espíritu, no motiva para andar presumiendo de virtudes reservadas para hombres y señores.
A las pruebas me remito. Ahí le tenemos. De Presidente del Gobierno. ¿Y qué…? pues nada, que ahora toda esta casta de políticos, mandamases y vividores, siguen y seguirán disfrutando de sus holgadísimos sueldos, de sus tarjetas de todos los colores, de sus gratis total, de sus innumerables ventajas y prerrogativas, entre lisonjas y parabienes, mientras el pueblo sencillo y trabajador camina engañado y traicionado, como oveja al esquileo y al matadero. Como siempre.
Me he hecho mayor de crisis en crisis; se me han pasado los años entre De la Rosas, Albertos, Bárcenas y Chaves & Chaves, ERE’s y un largo etcétera. ¿Y qué? Tú a trabajar, a pagar y a callar. Sin pasarte, sin equivocarte, sin descanso; en paz con la “olla grande”, con la hipoteca y con el padre de Aido que trabaja en la Diputación.
No hay forma.
Parece que para integrarse en la vida política, es preciso confundir verbo y predicado; valor y precio; amor y sexo; mandarín y mandatario; público y privado; tuyo y mío; patria y patricios, etc. etc., se trata de reconvertir e invertir valores y principios en un batiburrillo y además, hacer bandera de ello. Es una cuestión de genes, creo yo. Aquella persona decente, honrada y cabal que algún desdichado día decidió entrar en política, puso su vida en el pretil de una profunda y pestilente zahúrda. Y el que no resbaló está a punto.
 
 
 
Saludos y gracias por su atención.