sábado, 7 de mayo de 2011

EL DISCURSO DE OBAMA


PIENSA LO QUÉ QUIERAS...






Estoy muy enfadado. Porque en la América de M. Lafuente Estefanía, y en la de Caballo Loco, el general Custer, B. Franklin y B. Obama, se saben hacer discursos con enjundia, con corazón, con ilusión; con Dios por delante y con Dios por detrás, como Dios manda, si señor. Cuando menos, este nuevo y joven Presidente USA, lo ha proclamado, lo ha prometido, lo ha profetizado: nada de guerra civil, de segregación y viejos rencores. Nada de guerras, sólo las pasadas. Nada de malas gestiones, sólo: a lo hecho pecho. Nada de engañosos subterfugios para endulzurar la vida al ciudadano, sólo la realidad pura y dura. Nada de falsas quimeras, ni ridículas utopías, sólo la esperanza en el trabajo, el sacrificio, el patriotismo, la unidad y la libertad, ¡Casi ná! ¡Que envidia! Para ponerse a llorar. El mismo anhelo y el mismo ejemplo de los políticos españoles. Es para estar enfadado ¿No? Porque en mi Patria, dos o tres mil años más vieja, socarrona y ladina, no se saben construir bellos discurso de amor, poesía y esperanza; en mi País, sus político, roban, roban, roban… descaradamente, impunemente, desvergonzadamente, segregan sus tierras entre salvajes sátrapas, niegan nuestra cultura, nuestra historia y nuestra Fe, así, sin más, sin necesidad, tan siquiera, de un humilde trovador que engatuse al respetable.

Estoy muy cabreado, porque en los USA tienen, cuando menos la letra.

Ahora, como diría el clásico, incluso han sabido ponerle música. Cantarlo y bailarlo. Y eso, ya, es harina de otro costal.

Nosotros no tenemos letra, tenemos palabrería; ni música, tenemos cencerros; ni Gobierno siquiera progre, tenemos una caterva de gorrones y gorrinas, que por sueldos mensuales (que darían para sufragar anualmente a cientos, --miles tal vez-- de médicos, maestros, policías… profesionales verdaderamente útiles para la sociedad), no voy a decir que maten, que no, sólo propician los medios para que otros lo hagan. Son capaces de vender su alma al diablo y arruinar las de los demás. Nada les importa. Las directrices que les marcan sus superiores no las cuestionan, no las reflexionan, no las discuten. Jamás. Aunque estas sean satánicas, siniestras, injustas. El cargo, el puesto no es que esté por encima de cualquier principio ético o valor moral, no. Es que les ciega el cerebro y les cierra el corazón, si alguna vez tuvieron una cosa y la otra.

Saludos y gracias a todos.