En Libertad Digital
Según confirmaron fuentes del ejecutivo
Rajoy decide no convocar el Debate sobre el estado de la Nación
Y digo yo… ¿Para qué?
Sr. Rajoy. Bueno verá, me dirijo a usted por materializar en una persona física, en un gerifalte político, mandamás, jefazo o cabecilla, estos modos de gobierno que aquí, en mi caótica España, se viene ejecutando desde yo no sé cuantos años atrás. Cuando no a machamartillo por brutal, a martillazos, sin que se desprendan las puñetas de quienes los da, ni se tambalee el mástil de la democracia. Importa poco a toda esta casta política, rica y acomodada, y a la que gobierne en particular, que se utilice la violencia cruel y sanguinaria como simple estrategia; interesa nada a todo ese mundo parasitario que se ha ido incrustando en la espina dorsal de nuestro sistema, que el fraude al Erario o al Estado sea norma de uso general. Siempre habrá una alta institución, un tribunal, un poder que ampare los crímenes, que cobije el latrocinio. Que haga de la alta traición virtuosa lealtad. Siempre quedará todo limpio e impoluto, justificado, explicado, sencillamente: impune ante la ley y a la vergüenza.
Pareciera que una doctrina maquiavélica imperase ante todos y ante todo hasta lograr un fatídico destino para España. Ora la derecha, ora la izquierda, los objetivos se van alcanzando inexorablemente. Un estudiado intercambio de papeles da a cada actor un papel acorde con lo que la ciudadanía entiende que ha de interpretar.
Así los unos trastocarán todos los valores, intentaran que la gente olvide, e incluso odien a su Dios. Buscarán, como en la novela de P.D. James, (Hijos de Hombres) el año Omega en el que desaparezca de la faz de la tierra el hombre fértil; que las mujeres se olviden de parir y cambien bebés por meros muñecos; que los díscolos vivan hacinados en una isla a su suerte; que las apetencias sexuales se satisfagan con experimentados masajes en la Seguridad Social; que los ancianos o aquellos que no son útiles pidan voluntariamente el “Quietus”. Mientras, soterradamente esquilmarán al pueblo hasta llevarlo a los niveles más bajos de pobreza y calamidad posible.
Así los otros, con el personal sometido, macerado, inseguro, debatiéndose entre la indigencia y el subsidio, entre el paro y su precario futuro, será pasado por la tolva, esa pirámide invertida, para su demolición, trituración, limpieza y clasificación.
Saludos y gracias por su atención.