Facultad de Ciencias de la Información
Quiero hablar de economía y me
atasco; quiero hablar de liberalismo y me abruma tantos tratados; quiero hablar
del marxismo y me deja exhausto la lectura del Capital. Pero, para escarnio de
mi ignorancia, me cojo los periódicos y veo, alucinado, cuanta sabiduría,
cuanto conocimiento hay repartido por esos mundos de Dios. Todo el mundo habla
de todo y oyéndolos en su locuaz dogmatismo, se diría que recorrieron todas las
licenciaturas de todas las universidades. Supongo que para ganarse la vida, en
esto del periodismo, hay que ser un poco, como el doctor liendre, que de todo
sabe y de nada entiende.
Que hartazgo, tanto columnista, tanto tertuliano, tanta
gente opinando, tanta piedra filosofal. Y todos cobrando (algunos muy bien). Y
que pocos defendiendo la verdad de la calle, y que pocos de parte de la
honradez, de lo justo, de la libertad, y de la humana humanidad.
Pero claro, también nosotros,
humildes lectores, a fuer de embotamientos mentales, vamos convirtiéndonos en
selectivos y exigentes escudriñadores. Poco a poco, reducimos el circulo;
nuestra hemeroteca es cada vez más flaca; por momentos nos percatamos más
fácilmente de quienes hablan solo a base de eslóganes, de consignas, de
esnobismos, de directrices de partido. Vamos, gente vacua en el fondo e incluso
en la forma, a pesar de ser esto último la principal herramienta de su oficio.
Y esto acarrea, frustración, mareo intelectual, apatía y, rabia hasta dar con
señores que en la primera oración de sus escritos te absorban por sus
conocimientos, su palmaria exposición y su magisterio literario. O más y mejor:
te pongan la piel de gallina y un nudo en la garganta porque sencillamente
habla el corazón.
Saludos y gracias por su atención.