martes, 24 de mayo de 2011

D. FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS




Hablando de intelectuales… conviene recordarlo,



El caso de D. Federico, es paradigmático. Desde comienzo de los 70 andan detrás del él y, no hay forma. Le han montado campañas de desprestigio de todo color y género; le han atacado despiadadamente por los cuatro puntos cardinales y, nada. Lo han secuestrado, disparado un tiro y, él al pie del cañón, impertérrito; lo han acosado día y noche sin descanso y, ahí está, firme, sereno, inmutable, defendiendo la verdad, la libertad, la unidad de España, su lengua y su historia. ¡Bien puestos, si señor!

A la defensa a ultranza, con rigor histórico y base moral de los principios en los que ancestralmente estamos educados y del que nos sentimos orgullosos, algunos le llaman “apelación grandilocuente a los principios”. Pues bien, me parece muy bien que se recurra a la facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir de algo tan esencial para el género humano como son los principios y valores.

A entender que la historia de España, la hemos heredado regalada por aquellos que lucharon y murieron por una nación libre, digna y respetable y no permitir que algunos cuatreros se la repartan como botín de corsario, algunos le llaman, “pomposa declaración de lealtad a las esencias patrias”, pues si es su primera acepción, ¡magnífico!! Es decir grave y autorizado si señor, como Dios manda.

Por eso, no les interesa D. Federico. Ni les interesa que puedan salir otros Federicos. No les interesa que nadie, cada mañana, cada día desenmascare sus mentiras, desmonte sus panegíricos plagados de demagogia, los haga bajar de su machito, los haga tambalear en su política podrida. 

Llevamos, treinta años viendo como, estos politicastros, sistemáticamente ponen en marcha todos los resortes para estrangular la voz de la verdad apenas la ven surgir vigorosa, pujante, nítida e irrefutable. Recurren a todo cuanto está en sus manos: tribunales, togas y puñetas;   periodistas, titiriteros y seudo intelectuales. Todo un ejército de apaniguados que desde la TV., la prensa, la radio; desde las escuelas, las universidades y desde todo lugar y tribuna que les sea útil: denigrarán, difamarán e intentarán cercenar la voz díscola. Les importa tres bledos, que la verdad que esté defendiendo sea tangible y evidente; ni les importa que sea otra verdad, su verdad, y aún quizá errónea. Sencillamente no es la oficial, no es la del régimen, no es la de los amos, no es “su (de ellos) verdad” y eso, basta. Y esta canallada, esta ruindad, este despótico sometimiento que infligen al hombre, y a la libertad es el método y la forma, es el fin y el fondo, consiste en anestesiar a todos los pollos de este corral que han montado. Es su preocupación, la de todos “Ellos”: de Rojos y azules; de Bermellones y Fucsias. Gracias Don Federico.

Saludos y gracias a todos.