“Más
vale pájaro en mano que ciento volando”, esta es la breve sentencia y síntesis
que esconde la verdad para negar unas nuevas elecciones. Todos: periodistas,
afamados observadores políticos, concienzudos tertulianos, gente adicta y,
sobre todo la “Casta política” elegida el 20 de Diciembre del año pasado,
insisten una y otra vez: “los españoles han decidido cambio”; “el bipartidismo
ha muerto”; “los ciudadanos han votado por el progreso”; “las izquierdas han
ganado”; “el partido más votado es el mío”; “hay que pactar”… con estas
gárrulas máximas o parecidas pretenden convencernos que ellos han entendido el
mensaje. Mentira. Principalmente porque no ha habido mensaje. Lo que ha llenado
las urnas es la carencia de una alternativa clara, fiable e ilusionante, y
sobre todo, las papeletas convenientemente lacradas y firmadas que han vendido
las televisiones.
Estas
han sido las elecciones más falsarias en fondo y despóticas en modos de nuestra
democracia: toda demagogia ha carecido del más mínimo escrúpulo, toda
manipulación se ha abanderado incriminando sin piedad al enemigo, que no
adversario. Ni una brizna de aire nuevo ni un do de pecho que vibre hasta
romper las vitrinas. Nada. Tiranías y engaños, arengas al odio y proclamas a la
virtud defenestrada por ellos mismos siglos atrás, días de sarcasmos
desvergonzados y noches de mandíbulas prietas aflorando rencores y
animadversión por las quijadas. No. No quieren volver a empezar, no les
interesa, ni les quedan discursos ni argucias para engatusar a más gente de las
que hasta ahora tienen. Han consumido todas las horas de todas las ventanas
catódicas, poderosas e inmisericordes, y su producto ha salido a la calle. Fabricantes
unos de un género manoseado, apestoso, con el código de barras pasado de fecha
y otros de un material artificial, fracasado y cruel allá donde lo han colocado.
Lo que quieren unos y otros es su parte de pastel que les ha tocado en una suerte
calculada desde años atrás. Saben, que no es cuestión de arriesgarse para que
ahora improvisemos y la tarta haya que cortarla en trozos ni más pequeños ni
más grandes. Es preferible dar un manotazo y comerse la del que tienes
enfrente, o al lado. Es más seguro y menos peligroso. Aunque no sea más ético.
No
se enteran estos representantes que hemos contratado a sueldo perpetuo y
comisión perenne que nos ha bastado verlos actuar, --con sus actas de diputados
en el bolsillo--, en sus asquerosa peleas por afianzar sus culos en los
sillones de un hemiciclo (ha tiempo) alcahuete, para percatarnos de su falta de
vergüenza, de ética, de honestidad y honradez, y concluir que no es este el
arlequín que queremos. Que si hemos de aceptar un muñeco a jirones y andrajoso,
seremos nosotros los que ratifiquemos si queremos a viejos corruptos y la
carcomida democracia o nuevos corruptos y sus alzamiento marxista. Y no los
spot publicitarios que han vendido todos los medios de comunicación con el
duopolio de sus cadenas de TV a la cabeza.
Saludos y gracias por su atención.