¿Quién coño es Jordi Pujol i
Soley? No es una pregunta retórica ni un remedo irónico de aquel célebre desdén
que soltara con gesto chulesco y aires de perdonavidas: “¿Quién coño es la
UDEF?”... No. Es una duda razonable,
sincera, que inquieta a cualquier mente más o menos equilibrada.
¿Es la personificación de la
codicia profesional y sin escrúpulos?... Puede, pero un usurero sórdido y
sinvergüenza, no llega a estafar a toda una nación de cuarenta y siete millones
de ciudadanos si no cuenta con la protección de todo un entramado político,
legislativo, ejecutivo y judicial detrás que lo proteja. Imposible. Ni siquiera
un sátrapa ambicioso y déspota puede alcanzar semejante latrocinio sin el
beneplácito de poderes superiores.
No.
Quizás encaje con la figura de
un virrey al que se le ha concedido prerrogativas de todo tipo por razones de
una concepción absurda de Estado y políticas erróneas. Tan descabellado como
previsible. Porque tanto privilegio, gracia y facultad sin control y durante
tantísimos años, en manos de un solo clan, por fuerza ha de terminar en una
aberrante felonía. A los hechos me remito, su patriarca, Jordi Pujol i Soley
bien pudiera ser el penúltimo virrey traidor.
En cualquier caso un mal bicho
que ha robado historia y Lenguas; que ha robado reputación a los catalanes de
bien y prestigio a todos los españoles. Que ha intentado robar España a los
catalanes y Cataluña a los españoles para establecer un feudo en el que
aposentar sus villanías sin tener que dar cuantas ante nadie, solo ante sí
mismo y antes satanás el día que se muera.
Un bosquejo de Honorable que ha
terminado en borrón indigno para la institución, para el cargo, para la
democracia y el sistema.
Un tipo siniestro que se ha
enriquecido empobreciendo a su pueblo. Y que cuando alguien le ha dicho:
--hasta aquí llegaste Jordi, no ha dudado en hacer públicas sus vergüenzas, y
los demás pongan al descubierto sus monumentales abusos, fraudes y atracos, si
con ello pone a salvo su fabulosa fortuna y de sus vástagos.
Pareciera la reencarnación del
avaro Harpagón de Moliére, dispuesto en su mezquina ruindad a ahorcar criados,
familia, incluso a él mismo por recobrar y salvar el vil metal que había atesorado.
Saludos y muchas gracias por su atención.