La verdad, lamentablemente, el
cerebro del hombre se ha quedado en esas tres preguntas hechas al cosmos, al
infinito, a la nada: ¿De dónde venimos?, ¿Quiénes somos? ¿Dónde vamos?
Interrogantes, que la parte de masa cerebral de la que disponemos ha logrado
plantearse sin alcanzar una respuesta convincente para nadie. Si algún día nos
acercáramos un poco a su respuesta, incluso podríamos descifrar otra que
también nos corroe: ¿Qué fue antes el huevo o la gallina?
Solo entrar un poco en este tema
tan prolijo, controvertido e inquietante, desata un mar de dudas, de
interrogantes y pensamientos que te convierten en un ser pequeño, ínfimo,
insignificante perdido en un universo incapaz de ser comprendido por ninguno de
los seres vivos.
Solo sabes, que un día, por una
extraña razón, --que nunca llegarás a saber—te ves, sin que tú hayas colaborado
para nada, entre otros semejantes que te gustan, en un lugar que te gusta y con
gustos que te gustan. Y si no es así, entonces..., entonces ¡no veas!, montas
un zipizape, que tiemblan hasta las piedras.
Pero, un buen día, te dicen que
aguantes el genio, que no es para ponerse así. Que tú eres una creación, un
proyecto, la imagen y semejanza de un Ser Superior y que estás predestinado
para ocupar otro lugar donde encontrarás, seguramente, algunas respuestas que
ahora te inquietan. Y para eso, para lograr ese Bello Estado, ese Reino, solo
tienes que pedir a tu Creador con fe, con amor lo que necesitas y repartir con
fe, con amor lo que tienes. Sencillo.
Y en esas meditaciones andábamos
por estos parajes, cuando el insigne Sr. Hawking, viene y nos dice que,
"la materia ordinaria de la que están hechos los seres humanos y las
estrellas constituye sólo el 5 por ciento de la masa total del Universo".
¡Ah! Pero que "otro 25 por ciento de la masa del Universo se presenta en
la forma de materia oscura, que no se puede ver, pero cuya presencia se puede
detectar debido a la gravedad". Y que el restante 70 por ciento lo
constituye la "energía oscura, una misteriosa forma de energía
que...".
25% de materia oscura; 70% de
energía oscura, misteriosa, incierta, oculta, incomprensible; pero, he aquí,
que la incertidumbre que le provoca a la ciencia, no le impide pontificar en
teología: “La ciencia no deja mucho espacio ni para milagros ni para Dios”, nos
ha sentenciado el eminente científico. Qué paradoja, ¿No?.
Quizás, pero mire de qué forma
tan bella, nos lo planteamos los creyentes:
Al principio creo Dios el cielo
y la tierra. La tierra era soledad y caos y oscuridad, y las tinieblas cubrían
el abismo, pero el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas. Entonces dijo
Dios: “Haya luz” y hubo luz. (Génesis: 1, 1-3)
Saludos y gracias por su atención.
2 comentarios:
Estoy de acuerdo, en dos renglones lo has dejado claro como el agua.
Magistral, Séneca de la Bahía.
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