Joan Maragall |
LA VACA CIEGA
En los troncos topando de
cabeza,
hacia el agua avanzando vagorosa,
del todo sola va la vaca. Es ciega.
De una pedrada harto certera un ojo
le ha deshecho el boyero, y en el otro
se le ha puesto una tela. La vaca es ciega.
Va a abrevarse a la fuente que solía,
más no cual otras veces con firmeza,
ni con sus compañeras, sino sola.
Sus hermanas por lomas y cañadas,
por silencio de prados y riberas,
hacen sonar la esquila mientras pastan
hierba fresca al azar. Ella caería.
Topa de morro en la gastada pila,
afrentada se arredra, pero torna,
dobla la frente al agua y bebe en calma.
Poco y casi sin sed; después levanta
al cielo enorme la testuz cornuda
con gesto de tragedia; parpadea
sobre las muertas niñas, y se vuelve,
bajo el ardiente sol, de lumbre huérfana,
por sendas que no olvida, vacilando,
blandiendo en languidez la larga cola.
hacia el agua avanzando vagorosa,
del todo sola va la vaca. Es ciega.
De una pedrada harto certera un ojo
le ha deshecho el boyero, y en el otro
se le ha puesto una tela. La vaca es ciega.
Va a abrevarse a la fuente que solía,
más no cual otras veces con firmeza,
ni con sus compañeras, sino sola.
Sus hermanas por lomas y cañadas,
por silencio de prados y riberas,
hacen sonar la esquila mientras pastan
hierba fresca al azar. Ella caería.
Topa de morro en la gastada pila,
afrentada se arredra, pero torna,
dobla la frente al agua y bebe en calma.
Poco y casi sin sed; después levanta
al cielo enorme la testuz cornuda
con gesto de tragedia; parpadea
sobre las muertas niñas, y se vuelve,
bajo el ardiente sol, de lumbre huérfana,
por sendas que no olvida, vacilando,
blandiendo en languidez la larga cola.
Joan Maragall
(Barcelona, 1860 – 1911)
Traducción de D. Miguel de
Unamuno
Trasteando entre esas viejas
cajas en la que guardamos lo que fue nuevo, he encontrado una revista de la
Codorniz de 20 de septiembre de 1970. En su portada aparece un chiste del
genial CHUMY CHUMEZ: un niño vestido de marinerito señala, riéndose, un multitudinario
entierro mientras la madre lo instruye diciéndole: --si señalas, no te rías; y
si te ríes no señales, Luisito.
Yo voy a seguir el consejo de la
madre de Luisito. Voy a contenerme la risa floja que me entra viendo a tanto
mamarracho acompañando al coche fúnebre de la extinta España. Voy a contenerme,
porque si señalo mientras me descojono, me pueden llamar de todo, incluso
llegar a mayores. Pero compungido el gesto, sí puedo señalar, atacar, criticar,
maldecir a todo esto que viene llamándose casta política. Entera, a toda ella,
a los que han levantado fronteras con alambres de espinos emponzoñados de una
mezquina, ruin, miserable ambición de poder y dinero, y a sus socios y
cómplices que se han dejado llamar de todo, que se han dejado maltratar, que se
han dejado humillar hasta la extenuación, que han preferido ser putas bien
“pagás” y seguir en el machito del poder relativo y el dinero seguro. A diestra
a siniestra y ambidiestros.
Mírenlos, ahí van, ataviados con
chisteras barradas de colores heráldicos, enarbolando blasones heredados de la
Madre que hoy quieren enterrar, de la grande, de aquella que bajo el sol de su cielo se
calentaron todos, de aquella que de sus ubres se amamantaron y crecieron; ahí
van, musitando reproches de falsas afrentas, entre corruptos credos aprendidos
de envenenados vástagos, repitiendo oraciones para el culto de pequeños
oligarcas y grandes traidores; ahí van, estos, aquellos, los otros y todos. Con
la sonrisa escondida en una apretada mueca, estirándose de la levita, mientras
levitan de gozo por su infame latrocinio. La casta y todas sus castas,
mofándose del muerto y de quienes le velan. Hipócritas que han venido a
asesinar mi Patria sin derramar ni una gota de hombría, de hidalguía, de cuna
española.
Relameros mientras podáis, porque
puede que muy pronto tengáis que ir recogiendo las boñigas de esta vieja, ciega
y muerta vaca, (la de Maragall y la de siempre), que como Ave Fénix renace una
y otra vez de sus cenizas.
Saludos y gracias por su atención.
Saludos y gracias por su atención.
1 comentario:
Las vacas sanas hacen sonar la esquila, mientras, la vaca ciega nos presenta su esquela. Siempre recordaremos en su VOX los mugidos para poder sentirla viva. Espero que la vaca no se nos muera del todo por falta de vista.
Un abrazo.
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