domingo, 27 de abril de 2014

EL ENTIERRO DE LA VACA



Joan Maragall


LA VACA CIEGA  
En los troncos topando de cabeza,
hacia el agua avanzando vagorosa,  
del todo sola va la vaca. Es ciega.
De una pedrada harto certera un ojo
le ha deshecho el boyero, y en el otro
se le ha puesto una tela. La vaca es ciega.
Va a abrevarse a la fuente que solía,
más no cual otras veces con firmeza,
ni con sus compañeras, sino sola.
Sus hermanas por lomas y cañadas,
por silencio de prados y riberas,
hacen sonar la esquila mientras pastan
hierba fresca al azar. Ella caería.
Topa de morro en la gastada pila,
afrentada se arredra, pero torna,
dobla la frente al agua y bebe en calma.
Poco y casi sin sed; después levanta
al cielo enorme la testuz cornuda
con gesto de tragedia; parpadea
sobre las muertas niñas, y se vuelve,
bajo el ardiente sol, de lumbre huérfana,
por sendas que no olvida, vacilando,
blandiendo en languidez la larga cola.
 Joan Maragall
(Barcelona, 1860 – 1911)
Traducción de D. Miguel de Unamuno




Trasteando entre esas viejas cajas en la que guardamos lo que fue nuevo, he encontrado una revista de la Codorniz de 20 de septiembre de 1970. En su portada aparece un chiste del genial CHUMY CHUMEZ: un niño vestido de marinerito señala, riéndose, un multitudinario entierro mientras la madre lo instruye diciéndole: --si señalas, no te rías; y si te ríes no señales, Luisito.
Yo voy a seguir el consejo de la madre de Luisito. Voy a contenerme la risa floja que me entra viendo a tanto mamarracho acompañando al coche fúnebre de la extinta España. Voy a contenerme, porque si señalo mientras me descojono, me pueden llamar de todo, incluso llegar a mayores. Pero compungido el gesto, sí puedo señalar, atacar, criticar, maldecir a todo esto que viene llamándose casta política. Entera, a toda ella, a los que han levantado fronteras con alambres de espinos emponzoñados de una mezquina, ruin, miserable ambición de poder y dinero, y a sus socios y cómplices que se han dejado llamar de todo, que se han dejado maltratar, que se han dejado humillar hasta la extenuación, que han preferido ser putas bien “pagás” y seguir en el machito del poder relativo y el dinero seguro. A diestra a siniestra y ambidiestros.
Mírenlos, ahí van, ataviados con chisteras barradas de colores heráldicos, enarbolando blasones heredados de la Madre que hoy quieren enterrar, de la grande, de aquella que bajo el sol de su cielo se calentaron todos, de aquella que de sus ubres se amamantaron y crecieron; ahí van, musitando reproches de falsas afrentas, entre corruptos credos aprendidos de envenenados vástagos, repitiendo oraciones para el culto de pequeños oligarcas y grandes traidores; ahí van, estos, aquellos, los otros y todos. Con la sonrisa escondida en una apretada mueca, estirándose de la levita, mientras levitan de gozo por su infame latrocinio. La casta y todas sus castas, mofándose del muerto y de quienes le velan. Hipócritas que han venido a asesinar mi Patria sin derramar ni una gota de hombría, de hidalguía, de cuna española.
Relameros mientras podáis, porque puede que muy pronto tengáis que ir recogiendo las boñigas de esta vieja, ciega y muerta vaca, (la de Maragall y la de siempre), que como Ave Fénix renace una y otra vez de sus cenizas.







Saludos y gracias por su atención.  

1 comentario:

Javier dijo...

Las vacas sanas hacen sonar la esquila, mientras, la vaca ciega nos presenta su esquela. Siempre recordaremos en su VOX los mugidos para poder sentirla viva. Espero que la vaca no se nos muera del todo por falta de vista.

Un abrazo.