Es una
realidad incuestionable, ancestral y trágica, que en el mundo árabe, musulmán,
en el Islam y fuera de él; en el oriente medio y en el continente africano en
general, solo cabalgan tres jinetes de los que cita Juan en el Apocalipsis,
(Apocalipsis 6:1-8) EL de
la guerra, el del hambre y el de la muerte. El rojo, el negro y el bayo… el
blanco, el de la victoria y la paz, está condenado a no aparecer. Nunca, ni
siquiera en un periodo de tiempo suficiente para dedicarse a amar al prójimo, a
las mujeres.
¡Qué
aburrimiento de gente!, ¡Qué pena de gente!, ¡Qué convulsivas gente! Sangre,
crueldad, venganza. Ni Alá, ni Mahoma, ni Dios en persona. No hay forma…, ni
humana, ni Divina.
El
género humano, de momento, no tiene arreglo, así, tajante, de forma concluyente
y definitiva lo digo, es obvio. Pero creo, que determinadas zonas del globo,
han enmascarado bastante bien los bajos instintos del individuo. Si no lo han
superado, cuando menos lo dominan. Incluso una gran mayoría de ellos, se mueven
por convicciones, más que por temores; por principios y filosofías que andan
dentro de los parámetros que podríamos llamar del humanismo, de civilización,
de racionalidad; en la mayoría, ha llegado a preponderar con más auge,
genéricamente hablando, los sentimientos que les diferencia del resto de los
animales. Es decir la buena voluntad, incluso un interesado egoísmo, que los
obliga a un intercambio de intereses de índole moral.
Pero
estos señores, de chilaba o turbante, de sable o máuser, de petrodólares o
cabras, no cambian su cultura de guerras y desprecio al valor de la vida, de la
vida ajena, claro. La solución a sus problemas, siempre concluyen, como la del
nudo gordiano. Cortando nudos y cortando cabezas, como si Alejandro Magno no
hubiese muerto trescientos y pico de años antes de Cristo.
Más hoy miren ustedes, hoy no tengo frío, la luz es lujuriosa y el azul del cielo
arrogante, parece que lo acarician unas nubes tímidas y caprichosas. Hoy no se
puede matar a nadie; sería más que un pecado, sería más que un crimen, sería:
traicionar el amor de Dios. Hoy Judit, saldrá a la calle y el sol coqueteará
con su hermosura, y a su paso dejará una estela de belleza entre su pueblo que
les hará sentirse hombres de bien y de paz. Hoy Holofernes, levantará su
campamento, y dirá a su ejército que Betulia es un vergel al que hay que
proteger. Hoy el destino querrá que, la Hebrea y el Asirio, hagan el amor y no
la guerra. No habrá cabezas rodando, no habrá muertes, solo beldad y verdad
antes que vuelva a nublarse.
¡¡¡Ojalá!!!
Saludos y gracias por su atención.
2 comentarios:
Me gustaría soñar que un dia se cerraran las fabricas de armamento en todo el mundo, y que las guerras volvieran a ser con piedras y palos, y con el rey a la cabeza. Poco a poco desaparecerían.
La eterna lucha entre el Bien y el Mal no acabará jamás, Toposteo.
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