Un apunte...
Una vez, hace años (muchos años),
estuve vinculado a la Cruz Roja. En aquel centro, repartíamos ropa de segundo
uso. A quien venía pidiendo mantas, pantalones, camisas o cualquier otra ropa,
no se le preguntaba nada, sencillamente se le daba si podíamos cubrir su
necesidad, sin más. Pronto hubo que hacer una lista y llevar un control, más o
menos riguroso, porque había quienes no lavaban las ropas: las tiraban a la
basura cuando consideraban que estaban suficientemente sucias y volvían a por
otra remesa. Abuso de los sinvergüenzas de siempre y un atraco en detrimento de
quienes verdaderamente lo necesitaba.
Cuento éste hecho, real como la
misma vida, porque estoy convencido que en los comedores Sociales dependientes
de los Bancos de Alimentos o de la filantropía de gente generosa, se sentaran y
se atiborraran todos los días, los clásicos caraduras de toda la vida; gente
sin escrúpulos que no dudaran en zamparse el plato de comida del que de verdad
pasa necesidad, hambre y sonrojo. Bichos, mangantes, parásitos y estafadores
que nunca faltan. Pero que al ejercitar la virtud de la caridad, en éste modo (no
hay otro), es inevitable.
Lógico: por todo lugar, podemos
ver la hambruna, la indigencia más vergonzante, la mendicidad lacerante. Las
deudas, los desahucios, humillan a unos y a otros, a los que vivieron años de
bonanza y, a muchos que empezaban a gozarla. La picaresca como primer recurso,
ha dado paso al hurto famélico y al violento. La criminalidad, las mafias
mandan y dominan en una sociedad asustada. La corrupción es el único oficio al
que aspira infinidad de gente de ambos sexos. Se halla instalada en las calles
soleadas; entre los altos estamentos y entre los cueros de los sillones
oficiales. Podemos ver todo esto y mucho más, a poco que nos asomemos a la vida
de cada día: descomposición, latrocinio.
A la Iglesia, se le ataca por
hacer, lo que mejor sabe hacer; lo que ha hecho desde el Divino Maestro a la
fecha: repartir pan. Pero no quiere protagonizar, no quiere fiscalizar, ni
mandar, ni supervisar, ni arrogarse, ni apropiarse de lo que sus fieles o no
fieles, hagan de motu proprio, o en su nombre: sea caridad, solidaridad,
misericordia, humanidad, o cristiandad, llámenle como quiera. En todo caso, lo
que los curas quieren es que sea testimonio que emana de su apostolado. En
definitiva, que quede patente su estilo sui generis; que se sepa que cuando se
abren las puertas de un comedor en un centro de Cáritas diocesanas, a nadie se
le pregunta nada, a todos se les da de lo que hay, aún a riesgo de la mentira;
y sobre todo no se coloca en su frontispicio un letrero en el que rece: POR
INCOMPETECIAS DE LA CASTA POLITICA. Aun siendo cierto, claro.
Saludos y gracias por su atención.
2 comentarios:
Esa picaresca. por llamarla de modo suave, es inevitable, pero está claro que es mejor dar al que pide aunque sepas que abusa, que no dar a alguien que en verdad lo necesite. Ya serán juzgados.
Cuando la justicia se ve sustituida por la desverguenza, cuando la gente observa que el palo es para el indefenso y el premio para el sinverguenza se destruye la confianza en las instituciones, base de la convivencia y la democracia.
Las mafias, los sinverguenzas, los aprovechados y los golfos prosperan en este rio revuelto llamado España autonomica en la que todo y nada puede ser y de hecho es.
los españoles estan alimentando a una banda de increibles sinverguenzas, que bien vestidos y bien comidos esquilman al resto en nombre de grandes conceptos.
Y si eso hacen los que deben dar ejemplo ¿Que no hara el resto?
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/
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