jueves, 31 de marzo de 2011

A LA DESESPERADA...





Conocí a un dominico, “granaino” él, que tenía mucho de fraile y poco de cura, según sus propias palabras. Pero era sobre todo un señor, añado yo. Este buen hombre, tenía por costumbre, por principios, defender a los perdedores, a la gente acosada, al más indefenso, a aquél que veía como víctima por una razón u otra. Tal era así que siempre llevaba a su lado a algún retrasado mental, algún enfermo de alzahimer o algún abuelete con problemas.

--D. José, usted siempre con un desvalido pa´rriba y pa´bajo.

--Me siento feliz con ellos…

“El padre Pepe” debe de estar en el cielo porque era un santo varón. Seguro. Si no, inténtalo tú, verás que es faena sólo para santos. Yo a veces, por Navidad, he pretendido imitarlo, y la verdad, me es imposible. Bien… ¿Te imaginas, hacerlo todo el rato, siempre, con todo el mundo, sin desfallecer, sobre todo sin juzgar. Sin ánimo de heroicidad, sólo por humanismo cristiano o convencimientos idealista?

Pues bien, escuchando un día y otro, un año y otro a Zapatero, a Rubalcaba, a la señorita Pajin, y a tanta farfolla, fanfarronada, bravata socialista,  empiezo a sentir pena. Y remordimientos. A sentir ganas de llorar y de ponerme incondicionalmente a lado de esta Derecha o Derechona o pepera o Rajoyesca o como puñetas la queramos definir, sin atacarla más, sin criticarla, sin discutirla. Porque estoy cansado; porque estoy hastiado, de tanto hostiado, de recibir tantas hostias y vivir siempre en el infierno. Y porque me hierve la sangre.

No atacan despiadadamente a los dirigentes de la llamada Derecha, no. No culpan desvergonzadamente de todos los males y de todas las guerras y de todas las crisis a los Aznar, o los Rajoy´s, o las Esperanza´s, no. No escupen y vomitan sobre los gerifaltes del PP sin escrúpulos, con odio, con resentimientos, no. No sólo. Lo hacen al tiempo contra millones de personas que han de soportar con las manos atadas por educación, creencias y bases sociales el maltrato psíquico, cuando no físico de la inquina, la animadversión y, la guerra sucia que hacen atrincherados en sus tribunas, en sus atriles, en sus altavoces y en obscenos modos.

Lo veo… los veo humillados, vapuleados, flagelados, derrotados, maltratados, maltrechos, débiles, indefensos. Año tras años, sin visos de solución.

He de replanteármelo. Quizás intente imitar a Fray José Gabriel. Quizás tienda mi mano a tanto desvalido. Por ellos, por mí.  Retiraré definitivamente el saludo a Rajoy, pero también la queja a su pazguato modo de actuar. Tanto daño, tanta maldad, no… ¿Cómo era aquello de la leña y el árbol caído? Siquiera porque yo ya soy madera quemada.

Por el cambio inmediato, lo qué sea, cómo sea, quién sea. YA. 

Saludos y gracias a todos.