lunes, 14 de septiembre de 2015

Jordi Pujol i Soley. ¿El penúltimo virrey?




¿Quién coño es Jordi Pujol i Soley? No es una pregunta retórica ni un remedo irónico de aquel célebre desdén que soltara con gesto chulesco y aires de perdonavidas: “¿Quién coño es la UDEF?”...  No. Es una duda razonable, sincera, que inquieta a cualquier mente más o menos equilibrada.
 

¿Es la personificación de la codicia profesional y sin escrúpulos?... Puede, pero un usurero sórdido y sinvergüenza, no llega a estafar a toda una nación de cuarenta y siete millones de ciudadanos si no cuenta con la protección de todo un entramado político, legislativo, ejecutivo y judicial detrás que lo proteja. Imposible. Ni siquiera un sátrapa ambicioso y déspota puede alcanzar semejante latrocinio sin el beneplácito de poderes superiores.
No.
Quizás encaje con la figura de un virrey al que se le ha concedido prerrogativas de todo tipo por razones de una concepción absurda de Estado y políticas erróneas. Tan descabellado como previsible. Porque tanto privilegio, gracia y facultad sin control y durante tantísimos años, en manos de un solo clan, por fuerza ha de terminar en una aberrante felonía. A los hechos me remito, su patriarca, Jordi Pujol i Soley bien pudiera ser el penúltimo virrey traidor.
En cualquier caso un mal bicho que ha robado historia y Lenguas; que ha robado reputación a los catalanes de bien y prestigio a todos los españoles. Que ha intentado robar España a los catalanes y Cataluña a los españoles para establecer un feudo en el que aposentar sus villanías sin tener que dar cuantas ante nadie, solo ante sí mismo y antes satanás el día que se muera.
Un bosquejo de Honorable que ha terminado en borrón indigno para la institución, para el cargo, para la democracia y el sistema.
Un tipo siniestro que se ha enriquecido empobreciendo a su pueblo. Y que cuando alguien le ha dicho: --hasta aquí llegaste Jordi, no ha dudado en hacer públicas sus vergüenzas, y los demás pongan al descubierto sus monumentales abusos, fraudes y atracos, si con ello pone a salvo su fabulosa fortuna y de sus vástagos.
Pareciera la reencarnación del avaro Harpagón de Moliére, dispuesto en su mezquina ruindad a ahorcar criados, familia, incluso a él mismo por recobrar y salvar el vil metal que había atesorado.  
 
 
 
Saludos y muchas gracias por su atención.