sábado, 4 de abril de 2015

Insistamos, 2º Mandamiento de la Ley de Dios: no tomarás el Nombre de Dios en vano.


SIEMPRE DIOS, SU PALABRA Y SUS SIMBOLOS PARA ESCUDAR EL CRIMEN.
Como cristiano me fastidia tocar determinados temas relacionados con mi religión. Pero aún en la seguridad de que seré interpretado más bien que mal por unos, y más mal que bien por otros, creo que no debo guardarme lo que me bulle por el hervidero de mi cocorota.
En estos tiempos que corren, los seminarios andan muy escasos de vocaciones, ni siquiera cuentan con Boca-ciones, pero sin embargo, proliferan cada día más espontáneos defensores de la Santa Madre Iglesia. Y me parece bien. Nunca serán bastantes las voces para defenderla; para salvaguardar sus valores, sus mandamientos, su virtud y sobre todo su Verdad.
Es justa la lucha de los creyentes ante tanta iniquidad, inquina y furibundo ataque al que se le somete. Porque no se trata de posturas ante la fe, ni de actitudes ante los mismos hechos, ni puntos de vistas, ni concepción más o menos razonadas. No. Se trata de sufrir humillación, afrenta, burla, escarnio, y de quedarse a un paso de sufrir persecución, muerte y castigo como ya se ha repetido tantas veces a lo largo de la historia.
Pero, ahora bien, prefiero verme en las catacumbas, en el anonimato, en la clandestinidad, antes de que mi religión sirva para ocultar leyes mundanas; mi fe para excusa de mentes pecadoras; o que mi Dios sea utilizado como líder político. Jamás. No existe la Teocracia, si crees que existe, no es más que la usurpación de la Palabra de Dios, a manos de falsos anacoretas que quieren esconder sus miserias y sus lujos, y sus voluptuosidades al ojo de su pueblo, del pueblo.
Distinto es el apostolado, más licito cuanto más respetuoso. Lógico entre creyentes, que se aspire a que al hombre, a su vida y a su ser lo inspire la fe en Dios. Pero no hay hombre en este mundo, con derecho a imponer, al amparo de su Nombre la Ley que de Él solo depende. Ni persona, ni grupo capaz de sustituir la Palabra de Cristo. Solo se puede llegar, con mucho esfuerzo a invitar a tú hermano a seguir Su Mensaje. Eso sí, (condición sine qua non) predicando con el ejemplo. Me parece. 
¿Y a ti, hermano musulmán?
 
 
 
Saludos y gracias por su atención.