jueves, 24 de noviembre de 2011

QUINTO DÍA TRIUNFAL



Yo lo que digo, en esencia es lo que todos. Lo que todo el mundo sabe. Incluso Arriola y su señora. Y es que, en estas elecciones, con el recuerdo latente de la nefanda, ignominiosa  e infame gestión perpetrada por Zapatero y sus Gobiernos durante estos casi ocho años, el Partido Socialista ha dejado cuatro millones y pico de votos repartidos entre otras opciones más o menos afines y la abstención. No cabe duda: sólo la vergüenza ajena y propia, sólo la irritación de tanto desvarío y aberración, ha logrado la estampida. Para una decisión colectiva tan abrumadora no existe consigna posible. Ni siquiera el aparato propagandístico del PSOE, tan “Goebbelsiano”, tan eficaz, tan caro, es capaz de promover tal desbandada. Aun suponiendo que este hubiese sido su objetivo. Aun sospechando que estos mamelucos llevaran implícita la maldad de colgar al PP sus cinco millones de parados, su crisis y todo su estercolero para mirar a otro lado mientras silban cínicos y se sacuden la mierda de las manos. No. Sólo la puede mover el desaliento por el fraude continuo y por la descarada estafa de tanto bribón. Así, mira, creo que queda esperanza: parece que existe gente capaz de ponerse colorados, de decir hasta aquí hemos llegado y de aullar a sus lobos pastores: “menos ladrar y menos mordisquear, que tenemos las patas sangrando”.  Porque no hay orden, método, o formula capaz de hacer desertar un porcentaje tan alto de seguidores, que lo son no tanto por condición y convicción, como por su incapacidad mental y moral de votar ni al PP ni a nada que huela a Derechas. No obstante, sea lo que sea Mariano Rajoy debería saber que se trata de dejar fermentar el voto en otro Partido o en casa, y eso puede agriarlo a corto o largo plazo. Al punto de volverse pernicioso para la salud… digamos democrática.
Así que nadie se engañe. Cuando pase el sofoco, y la mayoría absoluta que de una forma u otra ha logrado el Partido Popular se deje sentir –como es su obligación— en la vida política española, el “ejército rojo” olvidará lo del voto y las urnas y tomará por las buenas o por las malas las plazas. Todas las plazas, las que han usurpado los indignados, las que pavonean los sindicatos, las oscuras de las cloacas… las del paro y las de la frustración. Mientras, con saña, con más fuerza, con más salvajismo que nunca se culpará de todos los problemas, de todas las ingratitudes, de todos los “marrones” divinos y humanos al PP y a Rajoy, al Club Bilderberg y su Nuevo Orden Mundial, al Capitalismo y a los sionistas, a los USA y a su masonería, a la Iglesia Católica y a su tesoro material que custodia y a su caudal evangélico que propaga; al sistema, a usted y a mí que pasábamos por allí, a todos y todo aquello que les impida ser el poder perenne y absoluto. Los de siempre, como siempre.
¿Será la razón del cambio, cambiar todo esto y algunas cosillas más? Ojalá.
Saludos y gracias por su atención.