
¿Tal vez por un mero ejercicio
mental en un intento de poner en orden mis pensamientos, y además hacerlo
públicamente? Es probable, pero compromete exprimir mucho más el intelecto si
es que existe y ampliar el conocimiento con más empeño que seguro sí es ausente.
Hasta sudar razonamientos y encontrar verdades.
¿Es posible que en algún momento
me haya creído, que aquello que diga puede servir a alguien por activa o a mí
mismo por pasiva? Pues menudo iluso si no lo he rechazado de plano e ipso
facto. No sé cuántos milenios llevamos entre filósofos, intelectuales y sabios,
y ni ellos, elegidos de la humanidad, han tenido éxito; a lo sumo, lo más que
han logrado es el enfrentamiento entre colectivos, la mayoría de las veces de
forma cruenta, cruel, despiadada. Por otro lado único método, creo, que este
género al que llamamos Homo Sapiens, corrige la sapiencia que cree poseer el
homo y que, a priori, le impide una y otra vez escarmentar en cabeza ajena.

Más aun así, amigo Oscar, nadie
nos va a quitar la ilusión, el afán, la lucha cotidiana. Seguiremos
adentrándonos con valentía en la mar traicionera de la política y de cuantos
embates nos arrecie; con coraje, con dignidad. No nos arredraremos ante la
impotencia, no nos amilanaremos ante las amenazantes aspas de los gigantescos
molinos. Lucharemos con pundonor.
Aunque la única pieza que
cobremos en la obstinación sea ese gran pez llamado honroso esfuerzo. Y
cansados, ya de vuelta al embarcadero se lo coman los tiburones que merodean
siempre, sanguinarios y asesinos. No importa. Tal vez como Santiago, ese
infatigable pescador de Hemingway en su “El viejo y el mar” traeremos a puerto
la raspa, la muestra tangible de una inquebrantable voluntad.
Saludos y gracias por su atención.