jueves, 6 de noviembre de 2014

Podemos, podemos tener pena.




Pena que sus estudiadas mentiras embauquen a tantos ciudadanos humildes. Pena que tanto alarde de demagogia, eufemismos, retruécanos, sean el ardid para acabar con la poca libertad que aun gozamos. Pena que tanto aspaviento, tanto dedo acusador, y tantas manos en alto sirvan para dar rienda suelta a separatistas, a terroristas. Pena que el objetivo de tan elaboradas monserga, no sea otro que la ruina de España. Pena que esta jauría de coletas, de flequillos a la vasca, de sutiles uniformes paramilitares tengamos que sufrirlos todos los días y parte de todas las noches. Éstos que anuncia flagelación y castigo, y son solo nuestro cilicio, pena. Pena porque aún farragosos, confusos, descarados, vende velas que la gente les compra para encenderlas en la hornacina de sus siniestras estampas. Pena, hiere, duele que solo exista la fórmula de unas siempre incierta elecciones para que los bajen de donde están y los borren de la política española. Espero.
Pena, que en este mundo de regidores y aspirantes de la cosa pública, ninguna dicha sea completa, ni para los españoles de Derechas, ni para los de Izquierda, ni para ningún español, si es de bien. Una y otra vez, el viejo tumor de la vieja España vuelve virulento a segregar su purulento y asqueroso pus, amarillento y apestoso, vuelve a emponzoñarlo todo una y otra vez. Capaz, si no se extirpa de una vez por todas, de llevarse por delante el miembro llamado sufragio universal y el cuerpo con el nombre de libertad.
Pena de corrupción y secesionismo; ladrones y bastardos; latrocinios de lesa patria y asesinos; venganzas y ajustes de cuentas. Traición y cobardía. Vieja estirpe de tiranos feudales que no respetan su patria, ni protegen a quienes tratan como a vasallos. Pena que serán otros los que los quiten de en medio y no nosotros.
 
 
 
Saludos y gracias por su atención.