lunes, 21 de marzo de 2011

ARDOR GUERRERO...




..."escribo cuidadosamente, con entusiasmo, hasta con pasión, como si lo que estoy haciendo tuviera alguna utilidad, como si fuese importante para el mundo el conocer mis pensamientos, como si el expresarlos fuese a salvar mi alma. Pero,  en el fondo, comprendo muy bien que todas estas hipótesis encantadoras son completamente inadmisibles. La verdad es que escribo como escribo, sencillamente para matar el tiempo y para divertir a una mente que, no obstante todos mis esfuerzos, continua susceptible a la tentación de regalarse con los placeres del intelecto"...
(Aldous Huxley: Arte, Amor y todo lo demás)

LA LEGENDARIA GUERRA DE LIBIA, 2ª PARTE: LA INTERVENCIÓN



¿Y ahora?..., ahora es la hora de las tribunas, de vociferar voz en grito, de la chulería, de las bravuconadas; de los despliegues guerreros; de las exhibiciones; de la publicidad televisiva, como si de una película nominada para un oscar se tratara; de convertirlo en un acontecimiento cargado de       música y color; de darle el fondo trepidante que merece las hazañas bélicas; de cargarse de razones unos y otros. De la hipocresía Y de lo que menos me importa: la villanía de algunos de mi suelo patrio, la de ocultar hoy las pancartas de ayer. Ellos podrán los cojones, nosotros lo muertos,  el eslogan que hay que callar porque la afonía de cuatro vividores, conviene, nos conviene.

--Que te retires...

--Que no me da la gana...

--¿Pero tú qué te has creído?

--Que tú, que yo, que aquel...

--Que te pongo, cien mil muertos en un pispás...

--Y yo quinientos mil vuelta y vuelta en un santiamén...

No es guión exacto,  ni lo pretendo,  pero puede ser síntesis,  conclusión, resultado final de toda la palabrería, charlatanería, retórica y verbo  que gasten de cara a la galería. ¡Buenos son, a la hora de defender nuestras patrias, nuestras democracias, nuestras libertades, nuestros intereses!

De diez mil en diez mil, de cien mil en cien mil muertos, ni ellos lo sabrán con certeza. Sangre, muerte, dolor, llanto. Seres como tú y yo sacrificados en el altar del dios maldad, que el Dios Amor permite. No, esta vez no será un terremoto, no; no será un tsunami, no; no será un ciclón; no será ningún desastre incontrolable de la naturaleza, no: será Satanás; como tantos Satanás hechos carne y hueso que la humanidad soporta a lo largo de su existencia. Ya ves, fue hace un ratito, aún están enterrando a sus muertos y, ya lo tenemos olvidados. Un hecho más, un episodio más, ¡hemos visto tantos!, ¡nos quedan tantos por ver!. Irak, Afganistán, Serbia, Osetia, Giorgia, Rusia, Europa..., desisto. Siempre hay un comandante barbudo, o un gorila rojo, o un coronel decorado y condecorado, o un Führer, o un personaje con mando en plaza..., qué me importa. La historia, las razas, las etnias, las religiones..., el poder, el oro, bueno ¿y qué?. Malditos todos, maldito cínicos, malvados todos. ¿Pero de que razones pretenden cargarse, para justificar sus malditas medallas del poder absoluto y absolutista?; esas que llevan, ¡que curioso!, colgadas junto al corazón. Vomitan sus cañones muerte y desolación y encima no se atreve, nadie, a llamarlo por su nombre, ese que remuerde la conciencia, ese que sintetiza la pura y autentica realidad: crimen, asesinato. No, ahí están los medios gubernamentales: “avance de tropas”, “hostilidades”, “operaciones militares”, “defender la integridad territorial”. Serán malvados, todos. Los que justifican la crueldad históricamente encanallada del hombre y los que la practican. Mientras: perversión del lenguaje, eufemismos, para que su música no chirríe el tímpano, y el corazón permanezca cómo un témpano.

No creo en gobiernos ocultos y poderes fácticos que pretendan la aniquilación de otros pueblos. No ya por exterminación física, sino por dominio de sus principios, creencias, sentimientos, inquietudes y anhelos. Para mí las fronteras llevan siglos delimitadas y cada oligarquía preponderante en un territorio, persigue el mismo objetivo que su vecina: dominar a las masas, chusma, según para quienes y, perpetuarse en el poder. Así, para ello valen tratos, tratados, contratos, terrorismos y guerras. Todo lícito, según convenga. Nos convenga.

Quizás no sirva nada para nada, porque quizás el hombre está inevitablemente condenado a dirimir sus problemas a tiros. Eternamente.

Saludos y gracias a todos.