lunes, 7 de marzo de 2011

Y LA VELOCIDAD DE LA CRISIS, IN CRESCENDO

EL INFORME RECARTE... QUIÉN AVISA NO ES TRAIDOR.

Hasta servidor pudo entender, allá por el verano de 2008, el concienzudo análisis, que hizo A. Recarte, sobre el problemón económico que tenemos los españoles por delante. Es más, lo qué calló en su inconclusa conclusión: ...”Si su volumen total es tan grande como he calculado harán falta imaginación y medidas, que prefiero no plantear siquiera...”, cualquier interpretación que hubiésemos hecho entonces a tenor sus espeluznantes insinuaciones, hoy han sido superada por los hechos actuales. Recarte, Velarde, Centeno, voces que día tras día, años tras año, han venido pronosticado en rigor la caótica deriva que iba tomando los dineros de este país.

Para la manada de inútiles que por desgracia nos gobierna ha venido a servir de muy poco. Antes al contrario han hecho oídos sordos y atrabiliarios y groseros han espetado todo tipo de improperios: “catastrofistas”, “antiespañoles”, “inconscientes”, “hipócritas”, falsos” son algunas de las perlas más delicadas que han venido soltando. Para el resto de los mortales, impotentes, está bien, lo que bien está. Conocer el diagnostico puede ser bueno, cuando menos sabes de que vas a morir. Un alivio. Pero, es que además, yo soy muy primitivo, muy ignorante y muy burro y mis dotes de economista, empieza y termina en Carrefour, cuando veo que el carrito de la compra sigue bajando y la cuenta subiendo. Y la luz, y el agua, y la basura, y el IBI, y las clases particulares del niño, y el parquímetro, y…, todo nos hace cada día un poco más pobre y, la nómina un poco más esclavos.

No lo parece, ¿a qué no?... Las televisiones siguen inmisericordes atontolinando al personal; los campos de fútbol, hasta la bandera; el tráfico, insoportable; las colas de la ventanilla, agotadoras; los mil periódicos y un mismo titular; las cien radios y una sola canción; los millares de políticos y la misma farsa; los gritos de mi vecina, el mismo junkie, la misma braga floja por las esquinas, y el mismo tostón del colesterol…,

No lo parece, ya lo sé. Pero para cuatro o cinco millones de españoles, lo de los Bancos no es usura, lo de las Cajas no es lucro, es chantaje, acoso a su nómina, a sus números rojos, a su hipoteca, a su teléfono, a su buzón y a su juzgado. Ya no hay anticipos a cuenta de mes; ya no hay remolque de la familia. El paro es tan real como incierto el día de cobro. En la nevera sólo hay hielo, los adidas no se puedan renovar; y pasará un mes y otro y un año y para cuando notes que no notas nada… será tarde. Porque llevarás en la femoral de la dignidad algo así como la corná de un astifino y corniveleto, que se empieza a sentir cuando el calorcillo de la sangre te calienta pernil abajo… y entonces llegan los nervios, y no se acierta a taponarla con la toalla y el torniquete, y las prisas y las voces y que te lleven en angarillas hasta las manos del cirujano para que obre maravillas… y la Virgen, el milagro.


Si sales a la calle con los ojos de ver, temblarás. Por todo lugar que mires, coexiste la indigencia más vergonzante, la hambruna   cruel, la mendicidad lacerante. Caritas no da abastos, las deudas, los desahucios humillan a unos y a otros, a los que vivieron años de bonanza y, a muchos que empezaban a gozarla. La picaresca como primer recurso, ha dado paso, luego, al hurto famélico y al violento. La criminalidad, las mafias mandan y dominan en una sociedad asustada. La prostitución es el único oficio al que aspira infinidad de gente de ambos sexos. Se halla instalada en las calles soleadas; se encuentra entre los altos estamentos y entre los cueros de los sillones oficiales. Podemos ver todo esto y mucho más, a poco que nos asomemos a la vida de cada día: corrupción, latrocinio… Podemos ver mañana que el pueblo español, como animal “deslomao”, “apaleao”, se revuelva y diga: ¡hasta aquí hemos llegado! Y podemos verlo sentado frente al gran domador de fieras viviendo historias de otros, ganando concursos ajenos, feliz con los cuernos de los ricos, por ellos, y viviendo en el sofás lo que la calle le niega. Cincuenta, cien años más. Imprevisible. Por genio, por ingenio.

Saludos y gracias a todos.