lunes, 14 de noviembre de 2011

EL DÍA 20, DÍA DE FERIA





¡¡Qué jartura!! Que diríamos por estas tierras. Creo que todos estamos extenuados, empachados de tanta política adúltera y de tanto político rufián. En la calle, en el autobús, en el bar, por todo lugar y sitio se puede constatar que estamos hasta la coronilla de tanta usura y tantos usureros, de tantos millones de dineros repartidos por esos mundos de Dios entre tan pocos y de tan escasos resultados. De tanta deuda, de tanto déficit, de tanto rescate. De tantos miserables perversos y de tanta cándida miseria. De tantísima corrupción económica… de la historia, de valores, de religiones, de civilizaciones, de educación y de educadores. De tanto relativismo y de un mundo materialista e inicuo, tan vulgar como putrefacto, superpuesto y anclado, por escarnio de los eternos depredadores al concebido por el Padre Eterno.
Sin embargo, existe un cierto aire de fiesta y optimismo en el ambiente. No me pregunten por qué, pero hay alegría, e impaciencia porque llegue el día de las elecciones. Inaudito, pero cierto. La gente no escarmentamos. Los desengaños, las mentiras, las desvergüenzas, el despotismo, los abusos, las mordidas, la constante y fraudulenta sangría al Erario; el baile sobre las tumbas de nuestras víctimas del terrorismo; la parcelación de España; los cinco millones de parados; los miles de cientos de desahucios; el hambre famélica…  y un largo etcétera que no escribo, por no hacerme monótono, estamos dispuestos a echárnoslos a la espalda sin tan siquiera oír el propósito de enmienda, para acudir raudos a las urnas y dejar allí nuestro salvoconducto del día, y que espirará irremediable su último aliento al siguiente . Una vez más. Dispuestos a dar árnica a los que han hecho de la democracia el timo del tocomocho, con el voto  como gancho, y de la acción participativa la víctima. Dispuestos a la amnistía de todos, y poner en la bola de cristal nuestra ilusión, nuestra buena voluntad, y demostrar una vez más que nosotros siempre cumplimos. Aunque estemos curtidos a traiciones, seguimos esperando.
Sí señor. A pesar de todo, casi todo el mundo parece estar a la espera del próximo día 20 como si fuese a desprenderse de una inmensa pena, como si fuese a poner fin a una dolorosa frustración, como si el advenimiento de la paz tras una dolorosa y sangrienta guerra, estuviera a punto de llegar. O quizás precisamente por eso: porque quieren, queremos todos olvidarnos de los últimos siete años de una guerra camuflada en la demagogia, donde físicamente se ha matado a niños en las entrañas de sus madres, donde psíquicamente se ha confundido a los críos en las escuelas, donde los jóvenes la única empresa que conocen es el INEM, donde los padres deambulan perdidos entre la hipoteca y los mil euros,  siempre en precario, cabizbajos y callados. De una guerra solapada, enmascarada que ha disparado reproches, venganzas, e injusticias y ha causado millones de muertos, sino sobre las cunetas, sí sobre el sofás de sus casas, frente al hipnótico televisor. Aún queda esperanza. La de volver a empezar, la de volver a confiar. Posiblemente sea la del cambio. ¡Ojalá!
Saludos y gracias por su atención.