lunes, 10 de octubre de 2011

Menudo "Cachondeo"


En LIBERTAD DIGITAL:
 
 
 
sigue sin disculparse

Duran: "Pago menos en el Palace que algunos por un apartamento"




“Nosotros ponemos el hambre para que coman los otros. Es la misma historia desde hace cuarenta años.” Algunos creerán que es esta una frase de “Los indignados”. Hasta ellos mismo son capaces de adueñársela para explotarla. Pero no. Pertenece –como es conocido-- al ilustre colombiano Gabriel García Márquez. La dejó escrita en su novela “El coronel no tiene quien le escriba” para dignidad de los de siempre, de los que solo reciben como pago la mala voluntad,  para los eternos desengañados, para los que siempre sufren traición y frustraciones a cambio de sus servicios. O de sus votos.
Así termina García Márquez su pequeña gran narración:
            […]
                 --Qué se puede hacer si no se puede vender nada—repitió la mujer-
            --Entonces ya será veinte de enero—dijo el Coronel, perfectamente consciente--. El veinte por ciento lo pagan esa misma tarde-
            --Si el gallo gana—dijo la mujer. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo puede perder-
            --Es un gallo que no puede perder.
            --Pero suponte que pierda-
            --Todavía faltan cuarenta y cinco días para pensar en eso –dijo el Coronel.
            La mujer se desesperó.
“Y mientras tanto qué comemos”, preguntó, y agarró al Coronel por el cuello de franela. Lo sacudió con energía.
             --Dime, qué comemos.
El Coronel necesitó setenta y cinco años –los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto—para llegar a ese instante. Se sintió puro, explicito, invencible, en el momento de responder:
               --Mierda.

Es la esperanza, la magnánima esperanza que siempre termina en miserable desengaño.
Es la misma historia desde hace cuarenta años y cuarenta veces cuarenta. A cada cuarenta minutos que pasa está el poderío político más plagado de gente replanchá, remilgá y estirá a lo Durán i Lleida. Está la jerarquía política más atestada de gorrones, buscones, mangantes y parásitos a lo Durán i Lleida. Está, esta aristocracia política que nos ha tocado vivir, privilegiada y heredera de sus antecesores, más apestada de cretinos engreídos, de fanfarrones cretinos a lo Durán i Lleida. Son cientos, miles de cientos. Calvos, y aspirantes a serlo, melenudos y obstinados implantadores de mechones…, todos. Y todos viven a todo tren, mientras que el pueblo que los sustenta malvive, a la espera, entre toda la mierda que ellos defecan.

Saludos y gracias por su atención.