viernes, 9 de mayo de 2014

...DE PROVINCIAS...


Bueno, pues ya están aquí una vez más, ya vuelve esta farándula con su circo ambulante; abandonan por unos días sus enmoquetados salones de comedias y sesión doble para irse de provincias a vociferar viejos y manidos guiones, papeles sepia emborronados con tantos y tantos apuntes y correcciones inútiles. Se subirán a las tribunas a restregar la paja del títere de enfrente y ocultaran con un guiño macabro la viga que lleva alojada en el suyo. Interpretaran falsas acusaciones entre veteranos farsantes, y repetirán viejas promesas para un público avejentado y cansado.  Harán ruido y llenaran el negro cielo de nuestra existencias con los fuegos pirotécnicos de la trastocada feria electoral, conscientes que son bellos, que son luz y colorido, pero efímeros. Juego de sugerentes dibujos, fugaz, momentáneo, como nuestra esperanza, como nuestro voto, que dura lo que dura el recuento.
Me perece poco el voto. Me parece que hago el ridículo acudiendo una y otra vez con una maldita papeleta premiada, marcada y trucada de una maldita ruleta que no se cansa de repartir desolación. Me parece grotesco ser claque, cómplice y parte de este juego de prestidigitadores; ser un maldito número perdido entre millones de parias que acuden hipnotizados al oír la cautivadora flauta de Hamelin, nos lleve este a despeñarnos por el barranco como a ratas o a la muerte civil, más cruel, más sarcástico, pero más fino.  Me parece el ejercicio del bufón en unas cortes rebosante de Tartufos. Ser puta y poner la cama…
Me parece poco el voto.
Me parece, que la abulia, la desilusión, la apatía, el abandono, la desesperanza, la frustración que se respira entre trabajadores y luchadores honrados del pan nuestro de cada día, no pueden, no debe quedarse anclada por más tiempo en el infierno de la incertidumbre, la indigencia y la vergonzante vida a la que le han arrastrado una tribu de ladrones, ineptos, incompetentes y miserables ralea de malhadados políticos. Ésos que un desdichado día robaron el voto de la buena paz. La del corazón. La de la verdad que sigue secuestrada en las mismísimas manos. Sin enterarnos. Todavía.
Me sabe a poco el voto. Cuando menos el convencional.
Pero no, hay que votar. Hay que demostrarles por enésima vez, que admitimos su juego, y pulpo cómo animal de compañía; para que nunca les pueda servir como coartada, si un día hartos, del uso fraudulento que hacen de nuestros deseos de democracia y libertad, les decimos que bajamos el telón.



Saludos y gracias por su atención.