domingo, 19 de octubre de 2014

Suresnes Vs 18 de Julio.




Ayer hizo 40 años que Isidoro mutó en Felipe González Márquez; en el inefable sofista por excelencia, en el hijo del vaquero, en el proletario de chaqueta de pana que llegó, hace ya cuatro décadas, de Suresnes a la efervescente neo-política española de 1974, en olor de multitud, protegido por políticos foráneos y arropado por la clásica y clasista endogamia de los afines al régimen Franquista.
Tenía faena por delante: transformar un sistema totalitario en un reino de taifas; una guerra civil que ganar y un botín que repartir entre los de siempre y los nuevos y altos padres de la patria.
Puso mano a la obra: al socialismo, le extirpó la denominación de origen. Borró lo de marxista leninista y consiguió que se le llamara: “felipismo”. Social Democracia (made in Carlos Solchaga) A la separación de poderes: “el difunto Montesquieu” (Alfonsodalescaña). Y sin acritud, el famoso espíritu de reconciliación, lo inmortalizó en una eterna película, como: “el criminal espíritu Franquista”, que dura ya cuarenta años y, de cuyo cansino guion y reiterativas escenas vienen viviendo los funcionarios del celuloide, entre escandalosas y sonrojantes subvenciones. Tanto es así que nuestros cotizados actores llegaron a fuer de repetir el mismo argumento, a hacerse todos republicanos y de furibunda izquierda. El personaje engulló a su intérprete.
Ea, partido con apellidos izquierdosos, poder hegemónico y Majestad republicano y liberador, tras la aparición uniformada en televisión. Todo listo.  Ahora una gran pasada por la izquierda y a vegetar. No había llegado 1984 (G. Orwell), pero sí 1982 (PSOE).
Y también llegó la corrupción institucionalizada, el paro galopante, el paro y sus edades, la subida meteórica de los impuestos, la confiscación de los sueldos, la subida disparatada de los precios, la hambruna, el hachazo a las pensiones, la delincuencia callejera, y en los despachos, y en el 3%; amén, del reparto progresivo de esta finca parcelada llamada España; el deterioro continuo de su historia, su cultura, su lengua, su dignidad y su orgullo de ser. ¿Y qué?
Ya tenemos a Podemos en puertas para engullir los diez millones de votos de entonces o el de los hijos de entonces o el de los incautos de siempre, para que Pablo Iglesias retome y restaure lo que González maquilló, lo que Santiago Carrillo hundió y el pueblo español descubrió, aniquiló, olvidó.
Esperemos que la experiencia, sea de verdad maestra.
 
 
Saludos y gracias por su atención.