sábado, 25 de octubre de 2014

DE PÍCARO A CAPO




Don Gregorio Marañón termina su prefacio escrito para “El Lazarillo de Tormes” y editado por Espasa Calpe (Colección Austral) de esta forma proverbial:
“Mucho mal nos ha hecho estas historias picarescas, en la que el ingenio inigualado de sus autores dio patente de corso a la bellaquería, y creó en las gentes el desaliento que produce la injusticia entronizada, y ante el mundo engendró la falsa idea de una España desharrapada y cínica.
A muchos extrañará mi diatriba contra los libros de la picaresca. Lo malo es que sea tan humilde su vapuleador y que no hayan encontrado todavía para arrojarlos—en hipótesis—al fuego una mano genial, como aquella que arremetiera con mucha menos razón contra los libros de caballería.
Muchas cosas más he de decir, si Dios me da vida, porque ahora ya no me importan ni los respetos al puritanismo de los profesores, ni la consideración a esos tradicionalistas que ha perseguido con saña a tantos grandes escritores contemporáneos, a los que más han hecho por la gloria de España, sólo porque en pequeñas y perecederas cosas no pensaban como ellos. Y que en cambio no han tenido una palabra de condenación para estos antipatriotas de nuestro siglo de oro: sólo porque pensaban en cosas fugaces, como ellos.
La historia de España, de la España eterna, se ha de continuar sobre valores de ética rigurosa. Hay para ello que hacer muchas cosas. Una es escarbar valientemente en nuestra conciencia tradicional y arrancarle la buena hierba de la picaresca, el espíritu de LAZARILLO, vivo todavía; arrancarle de nuestra alma, a pesar del yelmo intangible con que lo protege la magia todopoderosa del ingenio”.
Pues 75 años después de tan lúcido y premonitorio ensayo, y pasados otros 460 desde que se escribiera el LAZARILLO DE TORMES, no es que siga vivo su espíritu de aquel ladino zagal, el de las novelas de picarescas, el desaliento que produce la entronización de la injusticia y su arte literario para justifícalo todo: el robo, el engaño, la informalidad ante la palabra, y hasta el mismo el mismo crimen, no. Es que se ha aumentado y corregido. Ahora, casi cinco siglos después la picaresca se eleva a la categoría de corrupción protegida por quienes debería velar por la integridad, se transforma en descomposición de toda la sociedad cuya podredumbre marea, son capos y mafias que campean a su libre albedrio, se convierte en un latrocinio generalizado al grado de terrorismo de lesa patria.
No cabe duda, el médico y humanista; el liberal e íntegro Don Gregorio Marañón se hubiese exiliado de nuevo, para quizás, repetirnos, ...“Ahora veo a España como nunca la he visto. Ya no vivo hundido en su propia existencia caliente, y a veces calenturienta, incansablemente generadora; sino que, desde fuera, desde una distancia sentimental mucho mayor que la del número de leguas que me separan de ella, contemplo su presente como si fuera una historia pasada; y su pasado como si fuera un sueño”.
 
Saludos y gracias por su atención-