domingo, 20 de febrero de 2011

Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. (Mt.5, 3:12)



NOSOTROS, LOS CREYENTES. UN PROBLEMA…



A 1975, llegamos muchos jovencitos, con la trilogía de Gironella leída, con La Madre de Gorki asimilada y con D. Camilo y Peppone como síntesis de la realidad latina (pongamos por caso).


Nos habían hablado desde muy pequeñitos, de héroes y de patria, de Viriato, del Cid y de la reconquista; nos habían metido en la cabeza, aquello de la honestidad como guía de tu comportamiento: ...”mantente siempre firmes en la defensa de tus principios, sin dudas ni divagaciones..., sed íntegros a prueba de bombas..., y de conducta recta e intachable siempre”.

Todo se ha ido por el sumidero de la vaciedad amoral de la conducta socialista. Éstos, sólo han pregonado con el ejemplo del vicio, la corrupción y el hedonismo como única meta. Aquello que no logran ser por principios y virtud, lo quieren imponer con leyes, condenas económicas y cárcel. No quieren al hombre recto, formado y convencido: lo quieren acobardado. 

De momento, debemos soportar como se aleccionan a nuestros hijos en la cultura pagana, cuyos valores sociales, morales y humanos se sustentan esencialmente en la esclavitud más encarnizada, en el desprecio a la vida del semejante y en la aniquilación del más débil, entre otras lindezas. Por razones de imperativo ideológico y comodidad en su ejecución, han elegido de manera inminente, sexo sin seso, aborto sin límite y la eutanasia sin esperanza, como asignaturas primarias. No desisten.

Dos mil años llevan intentándolo. Unos antes y éstos ahora. Siempre emperrados en acabar con Dios, con la Cruz, con la iglesia, con los católicos, con la Derecha, con los principios más básicos del humanismo. Se trata de ponerlo fácil. Parece que el objetivo es extirpar del humano, precisamente eso: lo que lo hace humano. Se trata de acabar con siglos de guerras paganas y en el nombre de Dios; de muertes, de holocaustos, de luchas de sangre y luchas de ideas; pretenden poner el contador a cero, aniquilar la batalla y el empeño que esta civilización ha mantenido por alcanzar un poco de sentido a sus actos. Quizá sin lograrlo.

Pero que le den gracias a Dios, paradójico, si señor. Y es que a pesar de la irracional obcecación por convertir España en un pueblo ateo, no lo han logrado, nadie es apostata, nadie reniega de su fe, nadie traiciona sus creencias, aunque pueda parecerlo. Este, sigue siendo un país de gente que creen creer en Dios, y de gente que creen no creer en Dios. Y menos mal.

Que visiten vestidos de turistas las iglesias, todos estos discípulos del materialismo y el relativismo, todos estos seguidores del bing-bang y del profeta Darwin, todos estos siervos del gran masón, de los iluminatis y de todos los “mangantis” habidos y por haber. Y, ya verán, ya. Las mujeres, las buenas mujeres, las madres siguen inundando los santos de velas y oraciones; San Pancracio tiene toneladas de perejil todos los días a sus pies para que no falte el pan y el trabajo; a San Judas Tadeo, patrón de las causas difíciles, no le faltan novenas y un mar de velas. Y menos mal.

Y menos mal, que los quema-iglesias, mata-curas y viola-monjas, están ensimismado y absortos en los brazos de Pepiño, Cháves y ZP. Ahí andan dueños de la pocilga, entre Expolios, Robos y Engaños, verdadero desglose del acrónimo ERE. Si no, ya tendríamos aquí “la repartiora” y el “to’pal pueblo”

Los auténticos descamisados, los de antes y ahora, de momento siguen en las iglesias, confiando en su Dios. Y menos mal.

Tienen suerte, la atacan, la menosprecian, la ridiculizan; quieren estrangular su voz y erradicar de la faz de la tierra a sus seguidores. Pero no pueden, tienen suerte. Han venido a dar con la religión más idealista, humanista y conformista de cuantas existieron en este mundo. Sus seguidores, tienen tan arraigadas sus creencias, tienen tal sentido de sacrificio y entrega, que como único recurso de defensa se recogen en sus templos y creen a pie juntilla en eso de Fe, Esperanza y Caridad. Tienen suerte, toda esta casta de indeseables (políticos le llaman) de no poder arrasar a los católicos y la Cruz. No pueden, ni podrán nunca con el mundo cristiano, y tienen suerte, porque no se les revuelven, porque no usan de espada, porque en el único Líder en el que creen, es uno al que cantan algo así como “Tú eres mi Pastor nada me falta” Tienen suerte de no oír un canto de guerra a pesar de querer hacer de ellos perros de tiro en una noche glacial.

Saludos y gracias a todos.