Sinceramente creo que desde el 24 de Febrero de 1981, a nuestros días, algo hemos hecho mal; algo abstracto que se nos ha escapado de las manos, que quizás nos ha pasado desapercibido, o que quizás nos hemos negado a ver. Nosotros los que contamos con una edad que nos ha permitido, adentrarnos desde los tiempos de aquella dictablanda, en éste otro modelo de partitocracia moderna llamada monarquía parlamentaria: democracia de blanca tez y podridas entrañas, sibilina y fulera al servicio de intereses de cuatro oligarcas de ayer y de hoy.
Algo hemos hecho mal adulando hierática y servilmente un hipotético sistema de libertades, sin querernos percatar que nos robaban hasta el alma; sin querernos enterar que quienes pusieron en marcha toda esta farsa no pensaban en su país, en su pueblo, sino en sus propios y bastardos intereses.
Algo hemos hecho mal, para asistir impávidos, al secuestro y saqueo de nuestra unidad, de nuestra historia, de nuestra cultura, mientras nos adormecen con cánticos de libertad y milongas de progresía y modernidad.
Algo hemos hecho mal, para haber comprado humos de ilusión y sueños de aire, con los ojos cerrados, sin ver la gran estafa. Antes al contrario, en aras de un cuento de hadas le hemos entregado vida y hacienda. Poder y armas. Más grave aún: le hemos entregado en holocausto a nuestros hijos.
Algo hemos hecho mal, muy mal, demasiada candidez y muy pocos huevos para decir basta.
Más…
Me quitareis la magnifica oportunidad de vivir en una España unida, orgullosa, ilusionada, capaz de crear un presente prospero y un futuro esperanzador.
Todos vosotros, amorales y apátridas, seguiréis sumiendo al pueblo en la ignorancia, los falsos complejos, el rencor, las envidias, el sentimiento de culpabilidad por haber existido y el confucionismo de una historia interesadamente manipulada y falsificada. Y así, sediciosos y separatistas hacen su agosto en los páramos de esta otrora patria mía.
Me quitareis los principios morales, éticos, filosóficos en los que me educaron mis padres, mis profesores, mis mayores; la cultura que me ofreció mi Historia, mi País, mi Lengua.
Todos vosotros amorales y apátridas, seguiréis sumiendo al pueblo en la barbarie más conveniente para vuestras bajas intenciones; el relativismo, el hipócrita buenísmo, la cultura de la muerte, la extirpación de todo sentimiento que provoque remordimientos por el uso de la minipimer infanticida o la muerte calculada por decisión de cualquier Monte con titulo facultativo, está entre vuestros objetivos más primordiales. Y así, solo los asquerosos, los asesinos, los animales pacen dichosos por doquier.
Me quitareis el honorable titulo de matrimonio, para dárselo a los mariquitas, privando al vínculo entre hombre y mujer de esa distinción nominativa.
Todos vosotros amorales y apátridas, seguiréis sumiendo al pueblo en el más puro hedonismo; podéis favorecer, fomentar y bendecir el matrimonio gay. Y así, todos lo homosexuales, contentos, se consuelan jugando a marido y mujer, a papas y mamas en una orgía de caricatos.
Me quitareis el Crucifijo de mi casa, de mi trabajo y de mi escuela para regalarlo a vuestro clan, ralea y vulgo; cerrareis todas las parroquias y venderéis todas las catedrales a los islamitas.
Todos vosotros amorales y apátridas, seguiréis sumiendo al pueblo en la lucha contra ese mastodonte llamado Iglesia Católica, seguiréis reavivando inmisericorde, el odio a ese vivero de la Derecha tradicional, último valladar al que no podéis someter. Y así, ateos, apostatas, “alás” y “Aladinos”, campean orgullosos y amenazantes.
Pero no me quitareis mi orgullo de hombre, mi llanto de cristiano, mi odio de fiera.
Saludos y gracias a todos.
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