miércoles, 20 de agosto de 2014

CONFORMISMO GREGARIO




Con la corrupción, el latrocinio, el robo como norma institucionalizada, cualquiera diría que es imprescindible tranquilizarse, tomarse un Valium o, en un ejercicio mental sobrehumano, abstraerse del momento histórico que te ha tocado vivir.
Nada de eso es necesario. No hay histerismo, ni colectivo ni individual. Nadie se ha encendido jamás en un ataque de colérica impotencia, de despecho, de desagravio al amor propio, a la honra, a lo justo. Parece prácticamente imposible; tal es el estado de ñoñería, de insustancial coraje, de sinsentido del sentido; de apoplejía en el que andamos sumergidos. 
Nada… no hay forma ni formula, desde el 82 a la fecha así lo hemos hecho. Nos hemos tragado el “soma” del Partido, de las siglas y su salvífica redención. Año tras año, a palo seco y sin atragantarnos. Sólo, un flagelo masoquista ha sido y es nuestro consuelo en aras de una libertad condicional y un juego de urnas llenas con el último slogan que la televisión ha vendido. Basta hacer un somero repaso a la historia, sin meterse en profundidades, y comprobaremos que cualquier latrocinio a mano de los distintos Gobiernos de cualquier signo y sus aledaños siempre han quedado en aguas de borrajas. Algún cabeza de turco habrá pasado por el estigma de la cárcel. Sí. Pero para reponerse en la enfermería o flirtear en la de mujeres. 
Ya hace mucho tiempo que hemos asumido como inevitable, como parte del sistema, como peaje de la democracia, de los distintos Gobiernos socialistas, nacionalistas o peperos, y sus adláteres, todos sus desmanes y sus malditos asaltos al Erario. Sin trabuco ni faca, con carnet del partido y privilegio de aforado.
Así desde, lo que hoy se nos antoja un inocente tráfico de influencias de los hermanos Guerra al “míreme a los ojos señor Mariano Rubio” pasando por Filesa, Malesa, Time Export, Roldan, los Fondos Reservados, Comisiones del AVE, los Pellones de la Expo`92… Los EREs, etecé, etecé, hasta las desvergonzadas y multimillonarias dinastía de los Pujol, son un largo e indignante muestrario de la impune ignominia que la clase política en general y nacionalistas y socialistas en particular nos ha regalado al cabo de estas casi cuatro décadas.
¿Merece la pena hacer una breve o extensa lista de tanto fraude, de tanto robo, institucionalizado…? ¿Acaso no tenemos todos en mente treinta o cuarenta casos a cual más sangrante, más infame, más miserable? ¿Más exento, inmune, indemne, impune? No, no merece la pena porque todos sabemos, que estafa y abuso es parte sustancial del Sistema, del Régimen. Del sistema que nos rige. Del putrefacto modelo de libertades que nos hemos dado. Mejor dicho: que nos han vendido. Lo toma o lo dejas, no hay más. Hasta ahora. ¿O sí? 
 
 
Saludos y gracias por su atención. 

2 comentarios:

Marcos dijo...

Dicen que es injusto generalizar y que no se puede decir que todos los políticos son unos chorizos con patente de corso, pero me viene a la memoria aquella conversación de Abraham con Dios sobre la destrucción de Sodoma, "Y si encuentro 50 justos...", y si cinco, y si uno. Pues si hay un político justo en ésta "putrefacta democracia", como la has llamado, y coincido, que me lo presenten.

Geppetto dijo...

Este estado de cosas es la logica consecuencia del sistema que se creo en 1977 y que ahora da sus frutos, bueno es un decir porque lleva floreciendo 30 años y ya se sabe que el buen abonoy la mierda lo es,da buenas flores