jueves, 11 de septiembre de 2014

LA CASTA (Zarzuela de retazos)




Ya algunos, empezamos a estar tan hastiados, tan cansado de tanto mamarracho, que el panorama cada vez más ofensivo y bochornoso, cada vez más sombrío y caótico, se nos hace tedioso, aburrido. Haraganes, ineptos, parásitos, sablistas. Todos. Siempre. Sí da igual, que lo mismo da.
De forma voluntaria e incluso con agrado nos entregamos, nos dimos hace ya muchos años. Perdimos el himen, nos desfloraron como a mocita engañada en aras de la democracia y la libertad. Y mira, que mala suerte, vinimos a caer en manos de una caterva de gorrones y embaucadores que nos maneja a su entera voluntad. Y lo hacen con desparpajo y sin anestesia en todos los órdenes y sentidos: moral, ético, filosófico, económico y religioso.
¡¡Que no hay forma!!. Cuantos más años pasan, más desvergüenza, más despotismo y más nepotismo. Se empotran en su asquerosa demagogia y se apoltronan en su impúdica vida política. Pero sus leyes, sus fueros, sus trucos y sus rollos los convierten en virus absolutamente inmunes. La impunidad que se han concedido, les permite abordar cualquier tropelía que les venga bien para sus vidas, sus carteras, y sus repugnantes y oníricos deseos de grandeza de nueva casta de ricos, de nueva clase social, de elite distinta y distante.
Llevan décadas perfeccionando el robo institucionalizado, el trinque, la mordida, la comisión sistemática; el nepotismo como patrón de patrones. El paro galopante, el paro y sus edades, la subida meteórica de los impuestos, la confiscación de los sueldos, la hipoteca con suelo y sin techo, la subida disparatada de los precios, la hambruna, el hachazo a las pensiones, la delincuencia callejera, y en los despachos; amén, del reparto progresivo de esta finca parcelada llamada España; el deterioro continuo de su historia, su cultura, su lengua, su dignidad y su orgullo de ser. ¿Y qué?
Han conseguido tanto poder, tan alto estatus social de privilegios y prerrogativas, que actúan con el descaro, la sinvergonzonería, la chulería de quien se sabe, intocable. Como jerarcas, califas a los que debiéramos pleitesía.
Aupados por seis televisiones seis, arropados por mil periódicos y un solo editorial, defendidos por mil cadenas de radios y una sola emisora. Y aún sádicos alardean de merecer el sitio que ocupan.
¿Entonces?
Entonces… seguiré chapoteando en este cenagal. Eso sí, altivo, bizarro, convencido de mis convencimientos. Puede que alguien…, puede que algún extraño suceso, que una inimaginable convulsión desencadene un milagro; bueno… digamos un acontecimiento científicamente inexplicable capaz de convertir a este género que llamamos humanos y a los que se creen sus dueños, en hijos de un dios…, mejor, de mi Dios. Porque para temerle o para amarle, este mundo todavía es Su Creación. Pienso.




Saludos y gracias por su atención.

  

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