“TIEMPO DE CUARESMA”
Reconozcámoslo: De entre aquellos que por un motivo u otro viven más de cerca la vida diocesana y de los que aún conservan reminiscencias de una educación religiosa, los que más, desde el Miércoles de Ceniza al Domingo de Ramos, vienen a recordar, algún viernes aquello de la abstinencia, y que hay que cambiar la carne por los garbanzos con bacalao, sin entrar para nada en la reflexión a que este tiempo nos invita. Hoy por hoy para la mayoría de nosotros, estos días de Cuaresma pasan sin pena ni gloria, ¡y no frunzas el ceño!. Que para vivirla con conciencia de su razón de ser, hay que conocer y mantener una vida auténticamente cristiana. Tarea esta, en la que puede que nos empeñemos, sí, pero en la que poco o nada logramos.
Quizá, generalizo en exceso porque ni por asomo soy un verdadero cristiano. Pero puedo, con humildad, intentar mejorar mí predisposición a serlo, enriqueciendo mí espiritualidad desde el Mensaje del Divino Maestro; rogando a Dios que afirme los vaivenes de mí poca fe.
Unas horas de meditación sobre mí comportamiento ante la familia, los amigos, la sociedad, puede que ponga de relieve actitudes, modos y formas de ser indudablemente mejorables. Es posible que corrija errores que ya conozco, y descubra otros de los que uno es inconsciente. Para ello aplicaré todo el rigor que permita el enjuiciamiento propio. Diciendo esto, ha venido a mí mente una frase de Bottach: << Todos seriamos tolerante e indulgente con los demás, si pudiésemos conocer cuanta tolerancia e indulgencia necesitamos que nos dispensen>>.
Dedicaré tiempo a releer con más ahínco La Palabra , Los Evangelios: El Nuevo Testamento. Seguro que descubriré Palabras, Hechos, cuya clave me pasó desapercibida, y que sin duda me ayudaran a entender mejor el Mensaje del Salvador. Pondré – especialmente en estos días de Cuaresma- mí cinco sentidos, cuando el presbítero en sus homilías me hable sobre el ayuno y tentación de Nuestro Señor Jesucristo, de Su manifestación gloriosa, o de la multiplicación de los panes.
Y hallaré momentos para la oración. Fray Luis de Granada, en su libro de La Oración nos dice: << Y, en verdad, en estos tiempos tan perdidos cumple salvarnos en el monte y buscar algún desierto, o hacerlo y fingirlo. Para gozar de Dios es menester recogernos de las cosas exteriores a las interiores, y de las interiores a las superiores.>>. La oración, autentico punto de encuentro entre Dios y su pueblo, la oración, sublime simbiosis entre Dios y su hijo.
Si acaso llego a cumplir estos propósitos, o parte de ellos, seguro que entraré en Semana Santa, en la Pasión , Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo algo más seguro en mí fe y un poco más cristiano.
Saludos y gracias a todos.
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