Arturo
Mas i Gabarró, patriotero de vicio y tramoyista político de oficio; ayudante de
campo del general Pujol en la miserable guerra secesionista ha caído en el
penúltimo alarde de latrocinio; en el último y desesperado asalto al altozano
de la gran Ley, al atrio de la sacrosanta unidad de España.
Mas,
Mas… No has comprendido nada. No conoces tu cortejada y manoseada “nación”. No
has vivido jamás en catalán. Ni en el alma de la vieja Cataluña del tendero de
babi beis y del viajante con maletas cargadas de muestrarios. Ay amigo, no
dejarás de ser un vulgar empleado, una mugrienta caña de pescar gracias y
derechos para la aristocracia catalana, los socios del Palau, del Liceo, de la
Cataluña profunda, de la Barcelona burguesa y los socios del Barça. No eres más
que la cabeza de turco (cara, desde luego), que el III conde de Godó entregará
a empresarios y funcionarios, a los catalanes de España y a la España
chantajeada, envuelta en papel de la Vanguardia.
Ya
estás amortizado, usado y descartado; ya has dejado de ser el parlanchín
demagogo del antropológico ardid catalanista que vende raza, lengua, xenofobia
y un edén sin fruta prohibida. No te
esfuerces, que te van a salir las almorranas, no te acalores, no sufras, no
eches tantos cojones, que es para nada.
Los
catalanes quieren seguir así eternamente, luchando contra la lengua española,
contra el individuo castellano, contra el foraster: es un buen negocio, además
de una fantasía para alardear en sociedad. En esa sociedad que se toma todas
las mañana un sobredosis de victimismos y por las noches otra de egocentrismo,
justo equilibrio para sentirse ombligo del mundo. Pero por favor sin sustos, ni
sobresaltos.
Algo
parecido le dije al honorable Montilla allá por 2009. La diferencia es que
aquel era un charnego con pretensiones y sin escrúpulos, y tú un proxeneta para
pastorear a la gran masa gregaria a la que año a año, década a década habéis
alimentado con falsas pasiones y ahora habéis creído llegado el mejor de los
momentos para la sublevación que os dé, a unos cuantos, la gran masía en
propiedad.
Pujol, tú, los veintiuno y la madre, os habéis pasado
17 pueblos y un apeadero. Que tomen nota navegantes pasados, presentes y
futuros.
Saludos y gracias por su atención.
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